Las cosas que van a permanecer en nuestro futuro

Este autor tiene tendencia a plantearse, sobre todo en este espacio, cuáles son los caminos por los que va a transitar nuestra sociedad en la próxima década, tanto en el plano tecnológico (cambios en los sistemas de producción) como en el social (modificaciones en los hábitos de comportamiento).

Ello conlleva indagar en esos dos ámbitos y seguir la literatura académica y científica sobre los temas que puedan ir surgiendo, para poder trasladar ese conocimiento a la audiencia haciéndolo con un mínimo de rigor.

Hoy, frente a esa esa cuestión habitual, vamos a hacer el ejercicio contrario: intentar encontrar una respuesta a la pregunta ¿cuáles son aquellos aspectos que estamos seguros que continuarán existiendo en los próximos diez años? Sin duda hay muchos, pero vamos a apuntar unos cuantos.

Los consumidores en gran medida van a seguir presionando para que los precios de los productos y servicios sigan manteniendo una tendencia a la baja. Para ello, la industria debe encontrar la manera de seguir en el proceso de reducción de costes, especialmente en las fases de producción y distribución. La introducción de materiales y de procesos fabriles novedosos hará que los precios puedan seguir esa senda de la estabilización (ya sabemos que, descontada la inflación, se genera una caída real del importe final, aunque esta cuestión está ligada también al mantenimiento/aumento de los salarios ya que si estos también descienden entonces el coste de la vida se ve alterado al alza).

Otro comportamiento que seguramente no va a cambiar en el futuro es la demanda por poder disponer de las cosas lo más pronto posible. La demora en los procesos de compra redunda en una reducción de las ventas. El cliente tiende a realizar su adquisición de manera muy rápida (auspiciado, eso sí, por procesos emocionales y no racionales, generados a instancias del marketing) y desea poder utilizar el producto lo antes posible. Ello implica que los procesos logísticos de entrega deberán mejorar aún más los plazos del delivery.

Las empresas seguirán trabajando bajo premisas muy similares: producir (en su más amplio sentido que incluye también la intermediación), vender con margen, y cobrar. Además, este proceso de venta debe hacerse, en general, generando en el comprador sensaciones positivas para que repita (fidelización de la clientela), o bien, en el caso de procesos de compraventa únicos (como la adquisición de una vivienda, por ejemplo, que se suele realizar una sola vez en la vida) para que hable bien de su experiencia y la recomiende (generación de prescriptores gracias a la satisfacción generada, proceso conocido como el boca-oreja).

La ansiedad y el miedo a la muerte es otro de esos temas que seguirá estando presente en la sociedad de la década de los 30. Mucho se habla del alargamiento de la vida y de que buena parte de la humanidad podrá superar con facilidad la barrera de los cien años de vida al final de este siglo, pero las diversas actitudes socioculturales que tenemos frente a la muerte seguirán persistiendo. Y es que la inmortalidad, a pesar de las afirmaciones de Eduard Punset, no es una realidad. Quizás pueda serlo, en un futuro lejano, la longevidad indefinida que es difundida por algunos científicos.

Junto al temor anterior, va muy ligado otro comportamiento mayoritario: la creencia en la existencia de una vida más allá de la muerte o, dicho con otras palabras, el mundo de las creencias espirituales, de las religiones (el teísmo, o creencia en la existencia de dioses). Aunque es muy difícil de medir a nivel terráqueo, según datos de diversos (como el Instituto Gallup, la CIA o el Pew Research Center, por ejemplo), existen muchos más creyentes que agnósticos en este planeta (cuatro a uno).

Aquí hemos apuntado unos pocos, pero sin duda son muchísimos los aspectos que permanecerán inalterables en la vida cotidiana de las personas y las corporaciones durante los próximos lustros. Recordando la canción de Bob Dylan The Times They Are a-Changin’, escrita en 1963, alguien podría reclamar que este artículo podría haberse titulado The Times They Are’nt a-Changin’ retomando el título de otro cantante, Ryab Harvey, grabada hace ya una docena de años. Pero no es cierto. Algo siempre cambia, pero algo también, siempre permanece.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Alerta con las nuevas enfermedades tecnológicas

El progreso casi siempre ha sido considerado positivo por las evoluciones sociales que ha aportado. Los nuevos tiempos traen nuevos hábitos. En la actualidad hay innovaciones tecnológicas disruptivas que van a cambiar de manera radical muchos comportamientos sociales. En este mismo espacio en meses anteriores hemos ido explicando algunas de ellas (Internet de las cosas, blockchain, la robotización, la inteligencia artificial…). El último gran cambio de este tipo lo vimos con la popularización del uso de Internet y las modificaciones de conducta que generó en la sociedad.

Por tanto, la introducción de nuevas tecnologías no es neutra. Cambia actitudes, comportamientos, hábitos sociales… y genera nuevas patologías y enfermedades que antes no existían. Ese es un elemento que muchas veces se elude en la ecuación sobre el progreso social que trae el cambio tecnológico. Hoy vamos a reflexionar sobre este fenómeno.

Desde instancias médicas hace tiempo que están avisando sobre el aumento de una serie de enfermedades directamente causadas por el uso excesivo de algunas tecnologías que no solamente afectan a los trabajadores del sector IT sino que se extienden entre la población conectada.

Las ligadas con el uso excesivo de ordenadores y otro tipo de pantallas generan, en primera instancia, un aumento de determinadas molestias, como dolores de espalda y cuello (text neck) derivados de posturas incorrectas o un uso excesivo en el tiempo. También se observa en las consultas médicas una propensión creciente a las tendinitis en brazos, muñecas y dedos provocados por la sobreutilización de la escritura en los móviles, sobre todo en las aplicaciones de mensajería, tipo Whatsapp, que ha generado la etiqueta WhatsAppitis, una patología centrada en torno a la inflamación del tendón y la membrana sinovial. No es nuevo ya que antes había proliferado la expresión Blackberry-Thumb (pulgar de Blackberry) para definir un escenario clínico muy similar.

Debemos prestar mucha atención a la forma en que usamos nuestros ordenadores, tablets y smartphones. Y dónde los llevamos. En ocasiones, se generan casos de infertilidad e, incluso, se ha constatado un aumento de determinados tipos de cáncer, relacionado con la exposición a ese tipo de aparatos.

También hay que ser conscientes que las pantallas no son inocuas. Un uso incorrecto y una exposición temporal amplia generan problemas en la vista. La sequedad ocular es el primer aviso que nos debería alertar de la sobreexposición a las pantallas y que se percibe como si tuviéramos alguno o varios de los siguientes síntomas: visión borrosa o sensibilidad a la luz: arenilla en los ojos, picores enrojecimiento. Sus consecuencias las vemos en un aumento de la tensión ocular, en la fatiga física o en un desarrollo prematuro de la presbicia o vista cansada.

Cuando se advierte a los padres que antes de los dos años los niños no deben interactuar con las pantallas es por alguna razón: generan una radiación electromagnética (microondas). La vista fija en la pantalla interfiere con el mecanismo habitual de parpadeo y su cadencia que, de media está en 18 veces por minuto. Ello altera la película lagrimal generando la xeroftalmia. Los cuadros más graves presentan pequeños derrames.

El sedentarismo es otra consecuencia colateral de este fenómeno. Tampoco está suficientemente estudiado el aumento de peso y pérdida de masa muscular que conlleva un uso prolongado de las pantallas. La trombosis electrónica, conocida también como etrombosis, es un problema circulatorio que se genera en algunas personas cuando permanecen inmóviles durante mucho tiempo. Pueden desarrollar coágulos de sangre debido a la inmovilidad prolongada.

Las enfermedades que genera el uso de nueva tecnología no son exclusivamente físicas. Además de las consecuencias físicas existen las psicológicas que generan dependencias. Muchas de ellas están siendo analizadas por los científicos que les han puesto nombres. En el campo de las fobias tenemos: la Cibercondria (obsesionarse con la salud y en consultar continuamente en Internet los síntomas de las patologías que creen estar sufriendo); la Nomofobia (miedo irracional a quedarse sin móvil por la sensación de incomunicación que genera); Phubbing (o el menosprecio a quien nos acompaña al prestar más atención al smartphone a su persona): Ringxieting o Vibranxiety (trastorno psicológico consistente en creer que suena o vibra el móvil cuando no es así) también conocido como Síndrome de la vibración fantasma; el síndrome FOMO por Fear Of Missing Out, también conocido como Fomofobia ( como consecuencia de una adicción a las redes se genera interiormente un miedo a perderse cualquier contenido y a quedarse fuera).

En definitiva, se trata de utilizar las nuevas tecnologías sabiendo con cabeza, sabiendo que su uso excesivo genera problemas. Estar conectados no solamente a la red sino, sobre todo, a la realidad circundante.

Para más información:
• Fernandez-Guerrero, Inés (2014). WHATSAPPITIS. The Lancet, vol. 383 (en línea). https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)60519-5/fulltext
• Peñaloza Páez, Jorge A. (2016). NOMOFOBIA. CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales (en línea). http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/03/nomofobia.html
• Capilla Garrido, Estefanía, Cubo Delgado, Sixto (2017). PHUBBING. CONECTADOS A LA RED Y DESCONECTADOS DE LA REALIDAD. UN ANÁLISIS EN RELACIÓN AL BIENESTAR PSICOLÓGICO. Pixel-Bit. Revista de Medios y Educación (en línea). http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=36849882012

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Por una Inteligencia artificial (IA) con Ética

Empieza a ser habitual ver informaciones donde el concepto Inteligencia Artificial (IA) es utilizado en diversos contextos. Una primera aproximación puede llevar a pensar en robots humanoides, con capacidad de raciocinio al nivel de los humanos, algo que hemos visto ya en diversas películas. Sin embargo, ¿es eso posible? Rotundamente no. Al menos en el estadio actual de las máquinas.

Sin embargo, empieza a ser una realidad que ciertos softwares, asociados o no a maquinaria física, comiencen a aprender de sus propios errores sin necesidad de intervención del factor humano, sin necesidad de reprogramaciones. Ello es posible gracias a la incorporación de programas predictores que a través de miles de ejemplos facilitan  la interpretación de patrones de datos y, en la siguiente ocasión, actuar de forma diferente hasta conseguir interacciones empáticas con los humanos. Se realiza de manera automática, a través de un sistema conocido como machine learning que va aprendiendo hasta lograr simular el pensamiento humano e interaccionar con un humano de una forma que resulte agradable.

Ahora bien, en este proceso de aprendizaje, ¿existen límites éticos a sus avances y a su nuevo comportamiento? En definitiva, lo que planteo es si debe existir una ética en los robots, la conocida como Roboética (¡Ojo! no Robótica).

No es una pregunta baladí. Ya existen muchas aplicaciones robotizadas que toman decisiones constantemente que invaden los campos de la privacidad, que seleccionan perfiles en redes en función de parámetros que pueden tener sesgo machista, o con comportamientos que realicen discriminación de género, etc.

Conscientes de esta problemática ya se han alzado voces desde diversas instancias gubernamentales para profundizar en esa cuestión. En la Unión Europea se abrió el debate y desde la Comisión se propició la creación de un grupo de expertos en IA (AI HLEG) que  desarrollaron una guía con ciertas pautas para minimizar esos riesgos. Al final el Parlamento Europeo ha creado un código ético de conducta en este campo. Sus ejes principales son:

  • Proteger a los humanos del daño causado por robots: la dignidad humana.
  • Respetar el rechazo a ser cuidado por un robot.
  • Proteger la libertad humana frente a los robots.
  • Proteger la privacidad y el uso de datos: especialmente cuando avancen los coches autónomos, los drones, los asistentes personales o los robots de seguridad.
  • Protección de la humanidad ante el riesgo de manipulación por parte de los robots: Especialmente en ciertos colectivos –ancianos, niños, dependientes-  que puedan generar una empatía artificial.
  • Evitar la disolución de los lazos sociales haciendo que los robots monopolicen, en un cierto sentido, las relaciones de determinados grupos.
  • Igualdad de acceso al progreso en robótica: Al igual que la brecha digital, la brecha robótica puede ser esencial.
  • Restricción del acceso a tecnologías de mejora regulando la idea del transhumanismo y la búsqueda de mejoras físicas y/o mentales.

Ahora bien, ¿tienen ética las máquinas? los robots no tienen valores ni consciencia más allá de lo que se les programa y consienta. Donde se debe poner el foco en sus creadores. Hay que focalizar la intervención en los diseñadores, en los productores de aplicaciones, incluso en la interacción de algunos usuarios que con sus comportamientos reiterados encaminan el machine learning por determinados vericuetos poco aconsejables. Un ejemplo de buen camino es el desarrollo de Ethyka, un módulo de IA capaz de decidir ante dilemas humanos y que ha sido desarrollado por unos ingenieros españoles. La ética debe ir dirigida más a los humanos que a las máquinas. Y se debe apostar por algunos valores que pueden ser compartidos por casi toda la humanidad: respeto a la dignidad humana, a la libertad de decisión, la búsqueda del bien común, inclusión, no uso militar, preservar la privacidad de la personas… y algunos otros que dejo a la reflexión del lector.

Más información en:

https://ai100.stanford.edu/sites/default/files/ai_100_report_0831fnl.pdf

https://elpais.com/elpais/2017/06/16/opinion/1497602599_425102.html


Dr. Joaquín Marqués

Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Los cambios que traerá 2019

El inicio de un nuevo año es siempre un bien momento para reflexionar sobre nuestro futuro personal, sea inmediato o a largo plazo. También es buena ocasión para indagar en cómo pueden ir cambiando las tendencias en la sociedad. Constituye una ayuda en los procesos de adaptación a los cambios, tan difíciles de implementar en muchos casos. Esta inicial reflexión sobre lo que está por llegar, ayuda a nuestra mente en los procesos de adaptabilidad al conseguir que no sean tan repentinos, sino que penetren en nuestra sique de manera progresiva. También sirve para prever cambios de mercados, para vislumbrar nuevas vías de negocio, para analizar rentabilidades, etc. Quisiera apuntar algunos de ellos.

Verbigracia: el mercadeo con los datos personales va a continuar, con un incremento al alza. Los escándalos que se han conocido (tipo Cambrige Analityca) de utilización indebida de datos privados, puede reproducirse e ir a más con la fuga de datos desde otras plataformas como podrían ser Instagram, WhatsApp, etc. Y es que los servicios digitales necesitan cada vez más datos personales para potenciar sus acciones de microtargeting. Los datos cruzados de diferentes redes sociales permiten afina r más los perfiles de los usuarios.

Y es que debemos ser conscientes que no hay nada gratis. Los servicios que usamos de manera gratuita (por ejemplo, nuestro correo electrónico, pongamos un Gmail) los acabamos pagando de una u otra manera.

Frente a ese escenario ¿Están los usuarios dispuestos a prescindir de la gratuidad? No parece que esa sea la tendencia. Más bien al contrario. Si observamos los hábitos de consumo en la población y lo relacionamos con el uso de productos o servicios gratuitos (como por ejemplo el consumo de información, o la utilización de software) vemos que solamente una exigua parte está dispuesta a pagar por el acceso a medios de comunicación o programas informáticos de pago. La mayor parte apuesta por consumir software libre o informativos de televisión en abierto, pongamos por caso.

Aunque las administraciones públicas y los parlamentos legislen contra esa práctica de utilización indebida de datos personales (por ejemplo, el reciente Reglamento europeo de protección de datos) o los tribunales de justicia actúen duramente (por ejemplo, la sentencia 58/ 2018 del Tribunal Constitucional español) la tentación de seguir por ese camino, por el lucro que genera, es un factor muy poderoso.

Otra tendencia de futuro está ligada con los nuevos modelos de movilidad. Mucho se está hablando de la probable irrupción del coche autónomo en tan solo un lustro. Pero, mientras tanto, a la chita callando, otros vehículos irrumpen con fuerza en el panorama urbano, forzando la aparición de un nuevo segmento: la micromobilidad (como son los patinetes eléctricos), sin que nadie se percatara o anunciara su fuerte potencialidad. Una sorpresa que ha dejado sin respuesta regulatoria, de momento, a las autoridades. Una tendencia que va a seguir creciendo en 2019.

Por otro lado, los resultados de los principales fabricantes de teléfonos inteligentes de los últimos trimestres muestran un cierto estancamiento de las ventas de smartphones, sobre todo en los países occidentales, aunque se detecte aún cierto crecimiento en algunas zonas del planeta (en África y en algunos países de Asia y de Latinoamérica). Para conseguir seguir vendiendo ‘móviles’ a los occidentales, la innovación tecnológica es un factor esencial (la apuesta por las pantallas flexibles y/o enrollables, es un ejemplo, y la duración de las baterías, otro).

Seguro que me dejo otros, como la implantación y desarrollo del 5G, que puede potenciar el Internet de las cosas (IoT), a medio plazo, o la popularización de la inteligencia artificial en el uso doméstico, gracias al machine learning, de lo cual ya vimos algunos ejemplos en 2018 con los asistentes virtuales (¿recuerdan Alexa de Amazon?). Pero esos serán temas a desarrollar en próximos artículos.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

La desaparición de la figura del Dircom (tal como lo entendemos hoy)

Hace unas semanas tuve oportunidad de leer un trabajo académico (1) sobre las habilidades que deberán tener los directores de comunicación en las organizaciones del futuro. De un futuro que en algunos casos ya deviene en presente.

El tradicional periodista que daba el salto al mundo de la empresa es, actualmente, una figura del pasado. Los atributos que debe tener el, vamos a llamarlo de momento, ‘nuevo dircom’, no tienen nada que ver con el bagaje que aporta el periodista de medios. Se necesita saber crear y desarrollar una serie de espacios emocionales donde los stakeholders de la entidad (sea ésta pública o privada) se sientan a gusto; y donde tengan ganas de permanecer, incluso de pertenecer, gracia a que, las historias relatadas (storytelling) les enganchan. Historias que deben ser segmentadas en función de las características de cada grupo.

Para ello hay que saber escuchar empáticamente lo que a esos grupos de interés les importa, aquello que les interesa, lo que demandan. Y, a continuación, saber de creación de contenidos.  Pero, ¡atención! éstos son, hoy en día, eminentemente multimedia. Además, hay que saber de viralización y de transmedia (2). Y por último (last but not least), hay que saber de medición de audiencias, de análisis del comportamiento. ¿Cómo explicaste la historia? ¿Y cómo la entendieron? ¿Cómo de rápido y fuerte se desarrolló? ¿A través de qué canales? ¿Qué sentimientos despertó? ¿Fueron los buscados?

Hay que entender que la comunicación dirigida a los distintos stakeholders debe sintonizar con ellos. No puede funcionar aisladamente. No tenemos un tipo de mensajes y claves en el orden interno y otro para los públicos externos. Back y front office deben ir de la mano, estar conectados. Por tanto, un relato común, però adaptado a las características de cada grupo.

Y hacerlo sin tomar atajos poco o nada éticos. No se deben contravenir los códigos deontológicos de las relaciones públicas (como el de Venecia, Lisboa, etc). Porque otro de los atributos que se le demanda al ‘nuevo dircom’ entronca con el comportamiento socialmente responsable de la entidad, cultura conocida como RSE o RSC. Hay que estar convencido que una política de comunicación basada en la transparencia aporta buenos réditos. Hay que ser sinceros y contar la verdad. Mejor que se cuente desde casa que no que sean versiones externas las que se diseminen. Al menos, se controla el mensaje.

Es por ello que ha aparecido ya la figura del Dirse, el director de responsabilidad empresarial o corporativa. Con características evolucionadas desde los antiguos dircom a un plano superior, con elementos éticos que antes no se tenían tan presentes.

Y todo ello hacerlo sin perderle la cara a la innovación, otro gran reto para los profesionales de las ciencias sociales, poco avezados en los desarrollos tecnológicos. Hay que saber de logaritmos, de inteligencia artificial (IA), de machine learning, de bots sociales, de aplicaciones móviles, de mediciones in real time (ver post de octubre 2018 en esta misma web).

Un profesional con tantas habilidades excede el perfil del dircom actual. Hay que encontrar otro concepto para definir unas responsabilidades que van a cambiar, o ya lo están haciendo, de manera radical.

Algunos autores ya han planteado un desarrollo conceptual diferente. Algunos lo etiquetan con el concepto Estratecom (2). Vertemos una amplia implantación de esa figura a lo largo de la próxima década.

Para ampliación sobre el tema:

  1. José Manuel Velasco (2018). “El #factorXComunicación: Back to the basics”. https://goo.gl/NpjjD4
  2. Carlos Scolari (2017). “El translector. Lectura y narrativas transmedia en la nueva ecología de la comunicación”. https://goo.gl/2WAFwT
  3. Octavio Islas y Fernando Guitierrez (2017). “El estratecom. La exaptación del dircom en el imaginario de la Economía del Conocimiento”. https://bit.ly/2ShnUHl

Dr. Joaquín Marqués

Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Matrix, cerca de ser una realidad para los humanos

La humanidad desarrolla sus capacidades paso a paso, pero de vez en cuando se producen algunos saltos importantes fruto de la aparición de descubrimientos revolucionarios. Como lo fue el dominio del fuego, hace millones de años, la creación de la imprenta, hace cientos de años, o de la máquina de vapor, que generó la primera revolución industrial. Otro de esos hitos fundamentales fue Internet, hace apenas unas décadas, y posteriormente, su popularización entre los humanos que, en los próximos años extenderá su ámbito de aplicación a los objetos, lo que se ha dado en llamar IoT (por sus siglas en inglés), o Internet de las cosas.

En este siglo veremos otro de esos hitos del desarrollo humano que generará otro crecimiento exponencial. Es lo que se ha denominado la aplicación de la inteligencia artificial (IA) a las máquinas en colaboración con la robótica.

Pero existe un cierto problema que algunas películas ya han avanzado: el posible domino de esas máquinas inteligentes sobre los humanos, con menores capacidades intelectuales. Para evitar esa situación algunos científicos ya están ideando soluciones. Como la integración de la IA en la inteligencia humana.

Elon Musk, exitoso empresario de origen sudafricano, creador entre otras de la automovilística Tesla, o del sistema de pagos PayPal, está apostando, desde Neuralink, una empresa especializada en neurotecnología, por desarrollar ese acoplamiento, lo cual permitiría al cerebro humano procesar tan rápidamente como el más potente ordenador.

El objetivo principal de Neuralink es el perfeccionamiento humano, estableciendo su primer paso en el tratamiento de enfermedades cerebrales. Curiosamente su home page no se centra en explicar los datos fundamentales de la compañía, sino en el reclutamiento de científicos futuristas, de ingenieros de diversa tipología. Un cambio radical que es toda una declaración de intenciones de cómo se está diseñando la empresa.

No es la única firma que está apostando por esta especialidad de la biomedicina. Kernel, propiedad de Bryan Johnson, es otro claro ejemplo de por dónde están yendo las apuestas de futuro en esta materia. Johnson, fundador de la empresa de pagos en línea Braintree, que luego vendió a eBay, invirtió parte de esas ganancias en desarrollar Kernel, en 2016, donde ha destinado, de momento, 100 millones de dólares.

NeuroPace es otra empresa que ya ha empezado a vender implantes cerebrales para enfermos epilépticos. En el camino se han quedado proyectos empresariales similares como BrainGate o Nortjstar que no consiguieron la financiación suficiente para continuar sus investigaciones en este campo.

En definitiva, el campo de la bioingeniería cerebral y el desarrollo de tecnología implantable en las personas que lo necesiten es el próximo salto de la humanidad. El primer paso: la estimulación del cerebro mediante electrodos, ya es una realidad. El siguiente será los implantes de memoria con materiales que no sean rechazables por el tejido cerebral. El objetivo final es la fusión de ambas inteligencias, la simbiosis con las máquinas.

Para más información:

The Wall Street Journal: https://goo.gl/re5Nhw

Ars Technica: https://goo.gl/dAA1bZ

Wired: https://goo.gl/k44i6y

Elon Musk (Youtube): https://goo.gl/utgM5w

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Machine learning y ética algorítmica

Una de las clasificaciones más antiguas en la separación de géneros periodísticos es la aportada por el periodista británico Charles P. Scott (que también fue editor y político) cuando en 1821 escribió un ensayo donde indicó que <>. En definitiva, los géneros informativos frente a los opinativos.

Es esa sentencia se encuentra resumida una de las normas básicas de la profesión periodística: las informaciones deben ser lo más neutrales posibles y solamente explicar los hechos, dejando las opiniones personales, con la subjetividad que ello conlleva, para otro espacio.

En el desarrollo de los géneros periodísticos tenemos a la noticia como un claro ejemplo de los géneros informativos, mientras que el editorial o la crítica serian ejemplos de los opinativos.

En este sentido, Ignacio Escolar, director del periódico digital www.eldiario.com y anteriormente del diario madrileño Público, considera que el editorial, muy propio de los diarios, no debería existir. El editorial condensa la opinión oficial del medio sobre un acontecimiento de actualidad. Sin embargo, Escolar entiende que los medios no tienen opinión ya que éstas son exclusivas de las personas físicas. Las sociedades, las personas jurídicas, las empresas, en suma, lo que tienen -afirma Escolar- son intereses.

Traigo a colación esta separación para igualarla a otra diatriba que se está instalando en nuestras vidas, sin apenas darnos cuenta, y que condicionará sobremanera la forma de actuar de los seres humanos: los algoritmos y su neutralidad social. Podríamos definir un algoritmo como <>. Pero, ¿son los algoritmos realmente una cadena numérica solamente o inciden en el desarrollo ético del comportamiento humano? ¿Exclusivamente hacen su trabajo (en el periodismo sería ‘informar’) o inciden en la conformación de la opinión pública?

A nadie se le escapa la cantidad de algoritmos que pueblan nuestras vidas. Son ingentes. Los encontramos en multitud de situaciones cotidianas. Cantidad de desarrollos algorítmicos los vemos presentes a diario no solo en los ordenadores, en nuestros vehículos, en electrodomésticos, en los call centers, en la megafonía, en los sistemas de vigilancia…

Además, la inteligencia artificial (IA) se está introduciendo en un creciente número de tareas realizadas hasta la fecha por humanos. En ese nuevo escenario aparece, por ende, el machine learning donde las máquinas (el software que incorporan) van aprendiendo de sus errores, capacitándose mejor para próximas intervenciones. Es lo que Sherry Turkle ha definido como el ‘horizonte robótico’.

Quizás el concepto máquina no sea el adecuado para definir a todo ese complejo mundo de los robots y los cobots (cuando tienen entidad física), pero tenemos los denominados asistentes personales inteligentes. ¿Quién no conoce a Alexa, Siri o Cortana, por ejemplo?) o también a los bots sociales y los chatbots (cuando se trata exclusivamente de concretar paquetes informáticos). Todos ellos albergan algoritmos que permiten múltiples funciones. Incluso la interacción humana a través del lenguaje.

Muchos algoritmos se han diseñado bajo unas determinadas concepciones éticas… o en ausencia de ellas. Y ello es potencialmente peligroso. Estamos frente a un nuevo contexto de organización donde la sociedad necesita establecer un conjunto de reglas para gestionar la dinámica de esas creaciones y su afectación al comportamiento humano y al desarrollo social.

Ya se han alzado algunas voces que tratan de concretar jurídicamente la existencia de las personas electrónicas (por contraposición a las físicas y a las jurídicas), de tal manera que puedan ser dotadas de derechos y deberes. Ello posibilitaría, por ejemplo, la creación de impuestos y obligaciones tributarias, pero también la obligación de sus creadores de desarrollar algoritmos ‘con alma’, que respeten ciertas normas éticas, presentes en cada sociedad.

Hay que plantearse la necesidad de crear algoritmos que respeten las normas morales o éticas presentes en cada sociedad y en cada momento histórico. La pregunta fundamental no es si la ética pueda penetrar en el silicio, sino ¿cómo hacerlo? Y la respuesta está, como siempre, en manos de los humanos. Los programadores deben establecer códigos éticos en su comportamiento profesional. Y respetarlos. Al igual que hacen desde hace tiempo otras profesiones.

Para profundizar en el tema:

Monasterio, Aníbal (2017). Ética algorítmica: Implicaciones éticas de una sociedad cada vez más gobernada por algoritmos. Dilemata, 24, 185-217.
Sobre Sherry Turkle:
https://elpais.com/cultura/2012/03/21/actualidad/1332337561_848754.html

Calvo, Patrici; Osal, Cristian (2018). “Whistleblowing y datos masivos: monitorización y cumplimiento de la ética y la responsabilidad social”. El profesional de la información 27 (1), 173-184. http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/174870
SEGURIDAD Y PRIVACIDAD EN BIG DATA: Retos y oportunidades (GDPR). http://planetic.es/sites/default/files/planetic/public/content-files/page/GDPR_y_BigData_Fidesol_0.pdf

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Politics and Policies. ¿Dónde ponemos el foco?

En una época donde se está produciendo en España un cambio generacional en el liderazgo de las organizaciones políticas también debería producirse otra evolución en la mente de los ciudadanos en torno a la comprensión de lo que supone la política, abandonando los viejos estereotipos y entendiendo cómo de manipuladora es la estrategia política basada en el espectáculo. El pan y circo de los romanos debería evolucionar hacía la valoración de los hechos y la rendición de cuentas.

En el mundo anglosajón diferencian entre politics y policies. El primer concepto se refiere al juego político como tal mientras que la segunda se contextualiza en las políticas públicas. Lo importante de la cuestión es determinar dónde establecemos el foco de atención: sobre cómo actúan los políticos (entendiéndolo en el complejo mundo del polientertaintment[1] que ya de por si daría para un artículo) o sobre sus propuestas de actuación, la plasmación de sus programas en planes y la medición de los resultados para su valoración (rendición de cuentas de sus responsabilidades y competencias).

En este proceso de cambio se debe prestar más atención al segundo concepto en detrimento del primero. Es la forma adecuada de valorar a un servidor público que es lo que, al fin y al cabo, debería ser un político. ¿Cuáles han sido los resultados de su labor como gestor público? Y aquí entran en juego los medios de comunicación que deberían apostar por difundir más las evaluaciones de las políticas públicas que rendirse al periodismo de declaraciones. Ello supone cambiar el foco de qué periodismo hacer y cómo hacerlo.

Poner el micrófono para unas ‘declas’ en medio de la calle o un pasillo, o asistir a una rueda de prensa, es una forma de periodismo que necesita menos cualificación que conocer de los análisis de resultados. ¿Cómo evaluar el Plan de cuidados de los trastornos mentales severos del Sistema Nacional de Salud? O ¿Cómo calificarlo? ¿O determinar si la inversión en el desarrollo de regadíos en el Bajo Cinca ha sido eficiente? Etc. Para ello el periodismo debe recurrir a profesionales con conocimientos más concretos. Seguramente con seniority (largos años de experiencia) y, con retribuciones bastante superiores a las que se pagan actualmente de media en el sector.

Frente a los programas del corazón, o concursos televisivos, seguramente se argumentará que el periodismo evaluador no consigue los mismos niveles de interés en las audiencias. No es cierto. Se trata de conseguir poner en el centro del debate público el tema en cuestión. Si en lugar de dedicar mucho tiempo a un suceso escabroso sobre un personaje famoso, un medio de comunicación apuesta por hablar sobre la falta de servicios hospitalarios para una determinada población, o la ineficacia en la supervisión de licencias de armas de fuego, por ejemplo, el interés que puede suscitar el tema en su público dependerá de la manera en que se sepa presentar. Y en conseguir que ese sea un tema de debate en el ágora pública. Nada nuevo que nos medios no separan hace o hayan hecho muchos otras veces antes.

Al final, que es lo que se busca ¿Una ciudadanía mejor informada o una ciudadanía más entretenida? Esa es la diatriba que debe solventarse es estos momentos de renovación y cambio. El resultado nos indicará el tipo de sociedad que tendremos.

Para más información sobre el tema consultar:

Hacker, Jacob S. and Pierson, Paul, (2009). The Case for Policy-Focused Political Analysis https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1471461

Medio, políticas y poder. https://elpais.com/elpais/2016/08/10/opinion/1470839487_841505.html

Iválua (Institut Català d’Avaluació de Polítiques Públiques). http://ivalua.cat

[1] http://sphera.ucam.edu/index.php/sphera-01/article/view/126

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Un decálogo para entenderse mejor

A menudo me pregunto, ¿qué debo hacer para comunicarme de manera eficaz con esa persona tan diferente, o que vive en una realidad paralela tan ajena a la mía? Para ello suelo utilizar unas normas que intentaré resumir en forma de decálogo.

La primera premisa es: tener paciencia. La opción contraria a las premuras de una sociedad actual, impregnada por la inmediatez y las prisas. La paciencia implica muchas veces ser tolerante y transigente.

La segunda es concretar lo más posible los hechos de la realidad circundante sobre los que podremos construir un contexto común de interlocución. Esta se une al tercer requisito: escuchar el doble de lo que hablamos es una condición para establecer diálogos productivos, alejándose de los monólogos encadenados.

Atender las conversaciones, las quejas y reclamaciones de los integrantes en la conversación (cuarto postulado) se ensambla con una característica que a veces resulta muy difícil de implementar: una apuesta por la humildad y la reflexión sobre los postulados propios como herramienta de la interacción con nuestros interlocutores (quinta recomendación).

Las percepciones de tus interlocutores deben ser analizadas. Para ello tenemos que profundizar en el conocimiento y desarrollar aquellas parcelas menos trabajadas. En séptimo lugar, reconocer que buena parte de la comunicación se desarrollar en el área no verbal. Hay que saber leer la gestualidad, lo que implica conocer las reglas de la prosémica y la kinésica como ciencias del comportamiento.

Aceptando las premisas anteriores, el octavo paso es entender que toda comunicación se desarrolla en entornos públicos y por tanto se hace necesario conocer las bases de las artes escénicas lo que conlleva estar al corriente de las características del entorno concreto donde se desarrolla la conversación y de los diversos escenarios alternativos posibles. Para ello se hace imprescindible apartar el miedo escénico de nuestro comportamiento superando las turbaciones que podamos tener interiormente.

El punto noveno consiste en saber dirigir la conversación, apuntando los temas de interés, pero ¡atención! sin erigirse en el centro. Para ello se usan técnicas como las preguntas neutras, los cambios de temáticas conversacionales, ampliando el círculo a nuevos interlocutores, etc.

Como último aspecto, que deviene en primero y principal y, de esa manera, se cierra el círculo, hay que tener claro y prefijados los objetivos que se pretenden lograr en toda conversación. Antes de iniciarla preguntarse ¿qué información pretendo obtener?

Todo ello se debe establecer en un entorno de comportamiento ético donde las malas prácticas, como la mentira o el engaño, deben estar ausentes.

En suma, ¿de qué sirve saber, si uno no sabe cómo comunicarlo? ¿de qué sirve tener la razón si no se sabe transmitir con eficacia? Por tanto, hay que dominar la escena, las palabras, el lenguaje no verbal… Todo ello se muestra como vital para obtener tus objetivos.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Aterrizamos en la Era de la Singularidad… sin apenas darnos cuenta

“En 2019 un ordenador personal de mil dólares tendrá tanto poder como un cerebro humano” (Indocochea 2019: 113). Ello es consecuencia de que cada 18 meses se duplica la cantidad de transistores en un circuito integrado (Ley de Moore). Según esta escala, en 2029 ese mismo ordenador será mil veces más potente que un cerebro humano… al mismo precio.

Apenas sin darnos cuenta, estamos entrando en la Era de la Singularidad, donde la sociedad avanzará exponencialmente gracias al desarrollo de ciencias como la robótica, la nanotecnología, la Inteligencia artificial (IA) y la biotecnología. La diferencia con respecto a los robots o sistemas de IA ya existentes en la actualidad es que será el propio software que se mejorará a si mismo de manera recurrente, superando, de esa manera, la capacidad intelectual humana.

Este nuevo marco de singularidad va a generar profundos cambios en todos los ámbitos de la vida, desde el personal, pasando por el profesional/laboral, organizativo, familiar, etcétera, afectando a la comunicación humana y al nivel de relación. Aspectos que hoy nos sorprenden serán cotidianos. Por ejemplo, todos tendremos el don de lenguas gracias a los asistentes virtuales que automáticamente traducirán nuestras palabras a cualquier idioma.

Muchos de estos cambios son inimaginables hoy en día. Algunas voces ya apuntan un importante aumento de la longevidad de los seres humanos gracias a los tecnobiología. Aquello que hemos visto en películas tales como Transcendence o Autómata podrá ser una realidad. No está tan lejos. Está programado que ocurra en este siglo.

El concepto de singularidad fue popularizado por el matemático Vernor Vinge a principios de los ochenta del siglo pasado con su artículo “The Coming Technological Singularity: How to Survive in the Post-Human Era”. Pero quien usó por primera vez el término fue el físico John von Neuman a mediados del siglo XX.

De hecho, ya existe, desde 2008, una Universidad de la Singularidad en Silicon Valley (California), aunque sus cursos pueden seguirse también de manera on line. Definen su misión de esta manera:  educar, inspirar y capacitar a los líderes para aplicar tecnologías exponenciales para abordar los grandes desafíos de la humanidad.

La llegada de esas nuevas tecnologías de interacción persona-máquina ya está aquí. Los asistentes virtuales como Siri (para los usuarios de Apple), Speaktoit o Sherpa (para los de Android), ya los estamos usando. Entre los más populares: Cortana (de Microsoft), Alexa (de Amazon) o Aura (de Telefónica) que funcionan mediante la interacción vocal. Mis peticiones de búsqueda en Internet son de viva voz: “OK Google” le digo a mi Smartphone para activarlo. Y a continuación, le digo los conceptos de mi búsqueda. En milisegundos me ofrece un listado de opciones y, de viva voz, me lee la primera.

Como vemos, el desarrollo tecnológico avanza rápidamente. Sin embargo, queda pendiente el papel que deben desempeñar elementos humanos como la conciencia, la ética o la democracia para controlar los posibles abusos de este acelerado proceso. ¿Están las sociedades preparadas para semejante cambio?


Para profundizar en el tema:

Alejandro Indacochea (2017). Empieza la era de la Singularidad: Las Tecnologías que Cambiarán el Mundo. https://goo.gl/FpWQK1

Marité Salvat (2015). Crear el futuro. Buenos Aires: Ed. Dunken

Albert Cortina, Miquel Àngel Serra (2015). ¿Humanos o posthumanos? Barcelona: Fragmenta.

María del Mar Souto, Rafael Martínez-Cortiña (2018). 2025: Bienvenidos a la sociedad inteligente. Sevilla: Caligrama.

Sobre Aura:

https://elpais.com/tecnologia/2018/02/23/actualidad/1519381300_984071.html


Dr. Joaquín Marqués

Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques