Imprescindible: reforzar las habilidades comunicativas

Si la velocidad a la que se ha movido la sociedad en esta década nos parece muy rápida, nos vamos a quedas pasmados con lo que pasará en la siguiente. La llegada del Internet de las Cosas (IoT por su acrónimo en inglés) y la implantación masiva de la inteligencia artificial (IA) en miles de millones de objetos acelerará todos los procesos tecnológicos y sociales, mucho más de lo que podemos esperar, afectando a todos los sectores productivos.

En la última edición del World Economic Forum se han estudiado ocho grandes categorías donde va a incidir de manera más incisiva el cambio disruptivo: el empleo, la productividad, la tecnología, la empresa, la identidad, la desigualdad, la ética y la gobernanza.

Como dice el presidente de Corporate Excellence, Jaume Giró y director general de la Fundación Bancaria ‘La Caixa’, “de esto solo nos salva formar a ciudadanos más preparados con un tipo de educación con cuatro características principales, más allá de la memorística: pensamiento crítico; creatividad; competencias en habilidades comunicativas; y trabajo colaborativo”.

La competencia en comunicación nunca ha sido una prioridad para los gestores empresariales. Son una ínfima parte los Ceo y presidentes de compañías que se han formado en esa dinámica social. Se acostumbra a delegar esas competencias en el dircom. Y es en ese nuevo escenario donde los nuevos directores de comunicación deben constituirse en unos rigurosos profesionales de este campo, competentes, que sepan cómo ‘viene la mano’. Este juego de construcción de relaciones estables y provechosas con todos los stakeholders con los que se relaciona la entidad incluye: a) la construcción del relato; b) anticipar los escenarios posibles; c) alertar de los riesgos reputacionales; y d) comunicarlo lo mejor posible.

¿Cómo tiene que ser ese dircom en la próxima década? Debe dar siempre un poco más de lo que esperan de él. Para ello hay que formarse de manera permanente… y salir de los espacios de comodidad. Habrá que conocer cómo se comunican las máquinas y saber interactuar en ese tipo de lenguaje. El mapa de los stakeholders va a cambiar. Ahora nuestra entidad tiene relaciones con personas físicas, de alguna manera también con personas jurídicas; en los próximos años vamos a ver como se deberá interaccionar con personas robóticas.

El entorno tan cambiante que estar por entrar aumentará el campo de las incertidumbres. También para los dircom. Ello implica mayores riesgos. Normalmente nos movemos en un perímetro de trabajo controlado, el habitualmente definido. Sin embargo, el dircom se va a ver obligado a salir de ese entorno, sobrepasar ese perímetro, y arriesgarse. Ello implica dar más de lo que se espera de él, asumiendo que en ese proceso el nivel de errores puede aumentar.

El norte siempre ha de ser, desde la lealtad a la organización, contribuir a salvaguardar los objetivos de la entidad. Para ello hay que conocer cuál es el propósito de nuestra empresa, más allá de la rentabilidad necesaria para ser sostenible, y dirigir la comunicación del futuro en esa dirección, donde vamos a ver una multiplicación de la inteligencia gracias el aumento de la velocidad a la que cambia la tecnología y la implantación masiva de sistemas de machine learning.

Es una apuesta que, simplemente, no podemos dejar pasar. Su renuncia nos apartaría de los escenarios de decisión empresariales. Tanto le ha constado a los dircom llegar a sentarse en la mesa con los mayores que ahora no pueden permitirse abandonar.

Más información en:

https://www.corporateexcellence.org/recurso/mapa-de-tendecias—approaching-the-future-2019/0b8f93ce-4973-5fd4-feb4-ae77c3eb5b48

http://www.dircom.org/publicaciones/guia-de-herramientas

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

¿Cómo quieres ser recordada?

Una de las muchas enseñanzas que se intenta inculcar en las escuelas de negocios (pero no solamente en ellas) a los estudiantes, conforme avanzan en su preparación para la incardinación profesional, es la significación de su propósito en la vida.

Se hace de manera sencilla de tal manera que sea comprensible para todo el mundo. Mediante una pregunta como la que encabeza este escrito. Una cuestión que no resulta baladí. Muchas personas enfrentadas a ellas no saben que decir. Se quedan bloqueadas, o reflexionando sobre cuál debería ser la mejor respuesta. Solo hay que ver multitud de videos que transitan por la red para constar cómo la gente no ha pensado antes sobre ello. Y es lastimoso, la verdad.

Por la imagen que propagan de ellos mismos en ese instante y que permanece indeleble en la red por años y años. Recordemos que solamente existe una primera oportunidad de dar una buena impresión. Dicho de otra manera, no existe una segunda oportunidad para dar una primera impresión.

Responder a esa pregunta requiere de una previa preparación. Que, sobre todo, se concentra en el yo interior. En la reflexión interna sobre cuál queremos que sea nuestra orientación en la vida. La respuesta seguramente estará basada en los valores de cada uno. También en su forma de ser. En la forma de afrontar los retos, en su manera de relacionarse con la sociedad. Su posición frente al mundo, el nivel de sus ambiciones… Y muchas de esas microrespuestas vendrán dadas por sus vivencias personales en sus años de vida (escasamente una década de consciencia plena de su incardinación social). La experiencia vivida junto a la formación recibida son claves en la orientación de la respuesta.

¿Cómo quiere que su persona sea recordada por sus descendientes, por las generaciones posteriores? Puede decantarse hacia respuestas más colectivas, del tipo: “como un tipo que ayudó a resolver el problema medioambiental de nuestro planeta”, donde el entorno social, la colectividad, está en primer término. Otras personas, sin olvidar el contexto social donde viven, apuestan más por potenciar el factor personal, del tipo: “haber conseguido levantar una empresa, crear muchos puestos de trabajo y entregarla a mi siguiente generación, en la posición de liderazgo”. En el extremo opuesto a la primera podemos encontrarnos con respuestas donde el papel del individuo es el eje central de toda la reflexión: “haber conseguido triunfar como deportista de élite”.

Pero en la mayor parte de los casos nos vamos a encontrar la callada por respuesta cuando no una de jocosa que intenta obviar la inexistencia del proceso de reflexión interior. Muchas personas directamente no han pesado en esa cuestión. Su realidad se circunscribe a vivir el día a día lo mejor que puedan. En muchas ocasiones aplicando la ley del mínimo esfuerzo. Define la sociedad en la que uno está inmerso.

Esta reflexión puede expandirse más allá del mundo de las personas físicas para ahondar en el campo delas personas jurídicas: las entidades, sean con o sin ánimo de lucro. ¿La pregunta concreta es, ¿tiene un propósito esa empresa? La respuesta la podemos constatar mediante la existencia, o no, de su misión, visión y/o valores. La verdad es que son una exigua minoría, aún, las sociedades que han apostado por desarrollar los conceptos de la responsabilidad social en las organizaciones empresariales. La máxima pasa por conseguir un buen nivel de rentabilidad sin apostar por devolver a la sociedad una parte de lo que la sociedad le está dando.

Como se puede constatar, aún queda un largo camino por recorrer en los planos de la reflexión sobre el por qué estamos donde estamos y qué queremos hacer. Sean personas física so jurídicas.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Reforzar las habilidades comunicativas

Si la velocidad a la que se ha movido la sociedad en esta década nos parece muy rápida, nos quedaremos pasmados con lo que pasará en la siguiente. La llegada del Internet de las Cosas (IoT) acelerará todo mucho más afectando a todos los sectores productivos. Como dice el presidente de Corporate Excellence, Jaume Giró y director general de la Fundación Bancaria ‘La Caixa’, “de esto solo nos salva formar a ciudadanos más preparados con un tipo de educación con cuatro características principales, más allá de la memorística: pensamiento crítico; creatividad; competencias en habilidades comunicativas; y trabajo colaborativo”.

Las universidades y escuelas de negocios están preparando los profesionales del futuro en muchos casos como si fueran ‘profesionales del pasado’. No tanto en el plano estrictamente técnico, donde la actualización de conocimientos en cada materia se va produciendo, sino más bien en cuanto a las habilidades relacionales que requiere esa nueva sociedad en formación.

Las habilidades comunicativas han devenido en una cualidad sustancial, esencial de todo profesional, con independencia de cuál sea su especialización. La necesidad de saber establecer y mantener diálogos emocionalmente positivos en todos los entornos donde se relaciona, resulta imprescindible para progresar en sus responsabilidades laborales.

Estas habilidades no tienen por qué ser innatas. Son competencias que se pueden, y deben, aprender. Y no solamente deben desarrollarse por los líderes. Son muy necesarias en muchas profesiones. Pensemos, por ejemplo, en el ámbito de la salud; o en la enseñanza; o en la función pública, etc.

Existen múltiples maneras de desarrollarlas, pero es aconsejable iniciarse desde temprana edad.

El concepto de ‘espíritu crítico’ o ‘pensamiento crítico’, como lo define Giró, viene a ser una cualidad que incluye tres procesos: contrastar los datos e informaciones que recibe no aceptándolos sin más. Para ello debe proceder a, por un lado, consultar diversas fuentes y, por otro, profundizar en los hechos para extraer su veracidad. No se trata de cuestionarlo todo. Debe ser una habilidad a medio camino entre la obediencia ciega y la oposición por sistema.

La habilidad creativa, la Creatividad, es de esos conceptos que todo el mundo entiende de manera general pero muy difícil de definir y acotar. En el contexto que tratamos aquí pretende ser la cualidad de aquellas personas que aportan ideas novedosas (por tanto, nada comunes) a la organización aportando respuestas a problemas existentes. Se caracteriza por “la originalidad, el espíritu de adaptación y el cuidado de la realización concreta” decía Donald Mackinnon. Además, sirve como motor de desarrollo personal.

El trabajo colaborativo, a diferencia del trabajo en equipo (utilizado para la optimización de resultados), pretende que los integrantes aporten ideas y conocimientos para lograr un bien común. No siempre existe un liderazgo y si se produce aparece de manera espontánea. Se trata de implicar a todos los miembros a través de un diálogo fructífero. Para ello resulta imprescindible que exista un entorno de colaboración y respeto mutuo (propositivo) junto a un sentimiento de solidaridad. A través de la colaboración los conocimientos individuales se traspasan al grupo de manera que todos los integrantes acaban aprendiendo y consiguiendo en conjunto una solución más enriquecida.

Ese ‘nuevo mundo’ que se nos viene encima, tal como apunta Giró, exige estar suficientemente preparado. Con competencias que quizás antes la sociedad no exigía. En el fondo se trata de dar siempre un poco más de lo que esperan de ti. Y sin esperar una recompensa inmediata. Para ello es necesario formarse continuamente a lo largo de toda la vida. Exigencias del siglo XXI.

Para más información.
https://revistadepedagogia.org/wp-content/uploads/2018/04/2-La-Creatividad-y-su-Evaluaci%C3%B3n.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/4766/476648794008.pdf

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Analizar la emocionalidad (II)

Las emociones son fundamentales para sobrevivir. Sin emociones no hay inteligencia que valga.

Una persona que no controle sus emociones es un peligro, pero la persona que no tiene emociones todavía es más peligrosa.

En el artículo del mes anterior tratamos la creación de las emociones y sentimientos en el cuerpo humano. Queremos seguir profundizando en el tema.

Es necesario reclamar que los ciudadanos de sigan siendo manipulados por las campañas comerciales o políticas, a través de técnicas publicitarias, mediante determinados estímulos irracionales, etc. Hay que luchar contra ese tipo de manipulaciones. Desde diferentes planos. El legal, mediante los cambios normativos necesarios. Pero también en un plano más interno: el de la formación consciente de las personas. Hay que saber desarrollar lo que se conoce como la ‘inteligencia emocional’. Una definición rápida se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar de manera correcta tanto las emociones en nosotros mismos como las que atañen a nuestras relaciones.

El concepto contiene, en el fondo, un conjunto de aptitudes: desde el autocontrol de los impulsos, el desarrollo de la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia y la empatía, entre otros. El déficit de inteligencia emocional repercute en mil aspectos de la vida cotidiana, desde problemas matrimoniales hasta trastornos de la salud. La inteligencia emocional está en la base de muchos procesos físicos. Podemos decir que existe un vínculo directo entre las emociones y el sistema inmunológico que pone de manifiesto la relevancia clínica de las emociones. Existen emociones negativas y positivas que van a perturbar de un modo u otro la salud. Está al alcance de todos nosotros fomentar y fortalecer nuestra inteligencia emocional.

Hay que aprender a saber contener y controlar los sentimientos y las emociones que los generan. El dominio de las pasiones no se puede conseguir exclusivamente a través de la razón pura (tal como explicó Immanuel Kant ya a finales del siglo XVIII). Apunta Antonio Damásio que el mejor camino para ello es a través de una emoción guiada por la razón. Frente a una emoción negativa concreta, hay que trabajar desde la mente un sentimiento positivo. Es, al fin y al cabo, la fuerza de la voluntad. La voluntad es un método para educar a la razón en la búsqueda de un estímulo que pueda potenciar la positividad en la gestión de las emociones.

Para ello es necesario ser consciente de ‘mi yo’. De cómo somos. De cómo nos autoreconocernos. Lo ideal sería que aprendiéramos desde la edad temprana a potenciar las habilidades no cognitivas. Pero nunca es tarde para ponerse a ello. Existen diferentes escuelas que han trabajado el tema. Una de las propuestas más interesantes e integradoras proviene de lo que se denomina Social and Emotional Learning (SEL; aprendizaje emocional y social). Quizás la obra más popular sobra la materia la haya desarrollado Daniel Goleman en 1995 con un libro con el mismo título (ver referencia al final).

La apuesta por una regulación reflexiva de nuestras emociones es clave para avanzar en la mejora de nuestra sociabilidad, y ayuda sobremanera al desarrollo intelectual. Apostemos por ella. Nos hará más libres.

Para más información:
GOLEMAN, D. (1995). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.
Conferencia de Daniel Goleman.

http://www.neuroclassics.org/ncl/avan/10avn.htm
https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-poder-de-las-marcas-648/sentimientos-y-emociones-13498

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Analizar la emocionalidad (I)

Las emociones son fundamentales para sobrevivir. Sin emociones no hay inteligencia que valga.

Una persona que no controle sus emociones es un peligro, pero la persona que no tiene emociones todavía es más peligrosa.

Para tomar decisiones las personas se basan o bien en un análisis racional, o bien en sus emociones, o en una mezcla de ambos factores. En una sociedad capitalista/consumista como la nuestra, la necesidad que la decisión de compra o consumo se tome lo más rápidamente posible ha condicionado la forma en que se afronta la promoción y venta de los productos y servicios, decantándose en muchas ocasiones hacia la utilización de elementos emocionales que potencien una pronta decisión del consumidor. Pero ello implica en muchas ocasiones que sea realice de forma precipitada e impetuosa, con mayores márgenes para el error.

Existen varios elementos fundamentales para la apuesta por ese tipo de prácticas comerciales: los procesos reflexivos en las decisiones humanas generan tomas de decisión más lentas. Y el porcentaje de compra, en comparación con las generadas por la emocionalidad, es más bajo.

Esta dicotomía está relacionada con el impacto sobre el cerebro de los estímulos exteriores de compra. Mientras que las argumentaciones reflexivas afectan solamente a dos partes del cerebro, las historias que incorporan elementos emocionales impactan en siete.

Ello es debido a que realmente los humanos disponemos de un triple cerebro. Cada uno de ellos se ha ido desarrollando sobre el anterior durante las diferentes etapas de la evolución humana: el reptiliano, el más antiguo, que regula las conductas instintivas y las emociones primarias (alegría, aversión, ira, miedo, sorpresa y tristeza), definidas por Paul Ekman. El emocional que ayuda en la fijación de la memoria de las experiencias vividas, en base a las reacciones emocionales. Regula las emociones secundarias (amor, asco, bochorno, culpa, disgusto, interés, vergüenza, entre muchas otras) Finalmente, el cerebro pensante, donde reside el pensamiento abstracto y el lenguaje, lo que genera la comprensión e interpretación de lo que se percibe a través de los sentidos.

Los sentidos reciben millones de impactos por segundo pero el cerebro solamente es capaz de procesar 2.400 de ellos en un minuto, usando para ello un sistema no consciente. Los impactos más importantes son los que despiertan la emocionalidad. Aquellas emociones que se vinculan con un acontecimiento significativo son poderosas constructoras de memoria.

A partir de las emociones, reacciones automáticas, que empiezan en el cerebro, continúan por el resto del cuerpo a través de estímulos reflejos poco perceptibles, como el sonrojo, un tic nervioso, cambios en la frecuencia cardíaca, etc. Es cuando se genera un sentimiento. Sentir es percibir, de tal manera que la emoción pertenece a la fisiología y metabolismo corporal, mientras que el sentimiento se genera en la mente, como explica el neurocientífico Antonio Damásio.

Por todo lo explicado, conseguir ‘teledirigir’ las emociones que se despiertan en un consumidor potencial como la intención de generar determinados sentimientos, es un factor importante en el diseño de las operaciones comerciales de las empresas. En el próximo artículo veremos cómo se trabaja y qué técnicas se utilizan.

Lecturas recomendadas:
Buyology. Verdades y mentiras sobre por qué compramos. Martin Lindstrom. Ed. Gestión 2000.
El Código de Ekman: el cerebro, la cara y la emoción. A. Freitas-Magalhaes. Ed. Escrytos.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Las cosas que van a permanecer en nuestro futuro

Este autor tiene tendencia a plantearse, sobre todo en este espacio, cuáles son los caminos por los que va a transitar nuestra sociedad en la próxima década, tanto en el plano tecnológico (cambios en los sistemas de producción) como en el social (modificaciones en los hábitos de comportamiento).

Ello conlleva indagar en esos dos ámbitos y seguir la literatura académica y científica sobre los temas que puedan ir surgiendo, para poder trasladar ese conocimiento a la audiencia haciéndolo con un mínimo de rigor.

Hoy, frente a esa esa cuestión habitual, vamos a hacer el ejercicio contrario: intentar encontrar una respuesta a la pregunta ¿cuáles son aquellos aspectos que estamos seguros que continuarán existiendo en los próximos diez años? Sin duda hay muchos, pero vamos a apuntar unos cuantos.

Los consumidores en gran medida van a seguir presionando para que los precios de los productos y servicios sigan manteniendo una tendencia a la baja. Para ello, la industria debe encontrar la manera de seguir en el proceso de reducción de costes, especialmente en las fases de producción y distribución. La introducción de materiales y de procesos fabriles novedosos hará que los precios puedan seguir esa senda de la estabilización (ya sabemos que, descontada la inflación, se genera una caída real del importe final, aunque esta cuestión está ligada también al mantenimiento/aumento de los salarios ya que si estos también descienden entonces el coste de la vida se ve alterado al alza).

Otro comportamiento que seguramente no va a cambiar en el futuro es la demanda por poder disponer de las cosas lo más pronto posible. La demora en los procesos de compra redunda en una reducción de las ventas. El cliente tiende a realizar su adquisición de manera muy rápida (auspiciado, eso sí, por procesos emocionales y no racionales, generados a instancias del marketing) y desea poder utilizar el producto lo antes posible. Ello implica que los procesos logísticos de entrega deberán mejorar aún más los plazos del delivery.

Las empresas seguirán trabajando bajo premisas muy similares: producir (en su más amplio sentido que incluye también la intermediación), vender con margen, y cobrar. Además, este proceso de venta debe hacerse, en general, generando en el comprador sensaciones positivas para que repita (fidelización de la clientela), o bien, en el caso de procesos de compraventa únicos (como la adquisición de una vivienda, por ejemplo, que se suele realizar una sola vez en la vida) para que hable bien de su experiencia y la recomiende (generación de prescriptores gracias a la satisfacción generada, proceso conocido como el boca-oreja).

La ansiedad y el miedo a la muerte es otro de esos temas que seguirá estando presente en la sociedad de la década de los 30. Mucho se habla del alargamiento de la vida y de que buena parte de la humanidad podrá superar con facilidad la barrera de los cien años de vida al final de este siglo, pero las diversas actitudes socioculturales que tenemos frente a la muerte seguirán persistiendo. Y es que la inmortalidad, a pesar de las afirmaciones de Eduard Punset, no es una realidad. Quizás pueda serlo, en un futuro lejano, la longevidad indefinida que es difundida por algunos científicos.

Junto al temor anterior, va muy ligado otro comportamiento mayoritario: la creencia en la existencia de una vida más allá de la muerte o, dicho con otras palabras, el mundo de las creencias espirituales, de las religiones (el teísmo, o creencia en la existencia de dioses). Aunque es muy difícil de medir a nivel terráqueo, según datos de diversos (como el Instituto Gallup, la CIA o el Pew Research Center, por ejemplo), existen muchos más creyentes que agnósticos en este planeta (cuatro a uno).

Aquí hemos apuntado unos pocos, pero sin duda son muchísimos los aspectos que permanecerán inalterables en la vida cotidiana de las personas y las corporaciones durante los próximos lustros. Recordando la canción de Bob Dylan The Times They Are a-Changin’, escrita en 1963, alguien podría reclamar que este artículo podría haberse titulado The Times They Are’nt a-Changin’ retomando el título de otro cantante, Ryab Harvey, grabada hace ya una docena de años. Pero no es cierto. Algo siempre cambia, pero algo también, siempre permanece.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Alerta con las nuevas enfermedades tecnológicas

El progreso casi siempre ha sido considerado positivo por las evoluciones sociales que ha aportado. Los nuevos tiempos traen nuevos hábitos. En la actualidad hay innovaciones tecnológicas disruptivas que van a cambiar de manera radical muchos comportamientos sociales. En este mismo espacio en meses anteriores hemos ido explicando algunas de ellas (Internet de las cosas, blockchain, la robotización, la inteligencia artificial…). El último gran cambio de este tipo lo vimos con la popularización del uso de Internet y las modificaciones de conducta que generó en la sociedad.

Por tanto, la introducción de nuevas tecnologías no es neutra. Cambia actitudes, comportamientos, hábitos sociales… y genera nuevas patologías y enfermedades que antes no existían. Ese es un elemento que muchas veces se elude en la ecuación sobre el progreso social que trae el cambio tecnológico. Hoy vamos a reflexionar sobre este fenómeno.

Desde instancias médicas hace tiempo que están avisando sobre el aumento de una serie de enfermedades directamente causadas por el uso excesivo de algunas tecnologías que no solamente afectan a los trabajadores del sector IT sino que se extienden entre la población conectada.

Las ligadas con el uso excesivo de ordenadores y otro tipo de pantallas generan, en primera instancia, un aumento de determinadas molestias, como dolores de espalda y cuello (text neck) derivados de posturas incorrectas o un uso excesivo en el tiempo. También se observa en las consultas médicas una propensión creciente a las tendinitis en brazos, muñecas y dedos provocados por la sobreutilización de la escritura en los móviles, sobre todo en las aplicaciones de mensajería, tipo Whatsapp, que ha generado la etiqueta WhatsAppitis, una patología centrada en torno a la inflamación del tendón y la membrana sinovial. No es nuevo ya que antes había proliferado la expresión Blackberry-Thumb (pulgar de Blackberry) para definir un escenario clínico muy similar.

Debemos prestar mucha atención a la forma en que usamos nuestros ordenadores, tablets y smartphones. Y dónde los llevamos. En ocasiones, se generan casos de infertilidad e, incluso, se ha constatado un aumento de determinados tipos de cáncer, relacionado con la exposición a ese tipo de aparatos.

También hay que ser conscientes que las pantallas no son inocuas. Un uso incorrecto y una exposición temporal amplia generan problemas en la vista. La sequedad ocular es el primer aviso que nos debería alertar de la sobreexposición a las pantallas y que se percibe como si tuviéramos alguno o varios de los siguientes síntomas: visión borrosa o sensibilidad a la luz: arenilla en los ojos, picores enrojecimiento. Sus consecuencias las vemos en un aumento de la tensión ocular, en la fatiga física o en un desarrollo prematuro de la presbicia o vista cansada.

Cuando se advierte a los padres que antes de los dos años los niños no deben interactuar con las pantallas es por alguna razón: generan una radiación electromagnética (microondas). La vista fija en la pantalla interfiere con el mecanismo habitual de parpadeo y su cadencia que, de media está en 18 veces por minuto. Ello altera la película lagrimal generando la xeroftalmia. Los cuadros más graves presentan pequeños derrames.

El sedentarismo es otra consecuencia colateral de este fenómeno. Tampoco está suficientemente estudiado el aumento de peso y pérdida de masa muscular que conlleva un uso prolongado de las pantallas. La trombosis electrónica, conocida también como etrombosis, es un problema circulatorio que se genera en algunas personas cuando permanecen inmóviles durante mucho tiempo. Pueden desarrollar coágulos de sangre debido a la inmovilidad prolongada.

Las enfermedades que genera el uso de nueva tecnología no son exclusivamente físicas. Además de las consecuencias físicas existen las psicológicas que generan dependencias. Muchas de ellas están siendo analizadas por los científicos que les han puesto nombres. En el campo de las fobias tenemos: la Cibercondria (obsesionarse con la salud y en consultar continuamente en Internet los síntomas de las patologías que creen estar sufriendo); la Nomofobia (miedo irracional a quedarse sin móvil por la sensación de incomunicación que genera); Phubbing (o el menosprecio a quien nos acompaña al prestar más atención al smartphone a su persona): Ringxieting o Vibranxiety (trastorno psicológico consistente en creer que suena o vibra el móvil cuando no es así) también conocido como Síndrome de la vibración fantasma; el síndrome FOMO por Fear Of Missing Out, también conocido como Fomofobia ( como consecuencia de una adicción a las redes se genera interiormente un miedo a perderse cualquier contenido y a quedarse fuera).

En definitiva, se trata de utilizar las nuevas tecnologías sabiendo con cabeza, sabiendo que su uso excesivo genera problemas. Estar conectados no solamente a la red sino, sobre todo, a la realidad circundante.

Para más información:
• Fernandez-Guerrero, Inés (2014). WHATSAPPITIS. The Lancet, vol. 383 (en línea). https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)60519-5/fulltext
• Peñaloza Páez, Jorge A. (2016). NOMOFOBIA. CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales (en línea). http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/03/nomofobia.html
• Capilla Garrido, Estefanía, Cubo Delgado, Sixto (2017). PHUBBING. CONECTADOS A LA RED Y DESCONECTADOS DE LA REALIDAD. UN ANÁLISIS EN RELACIÓN AL BIENESTAR PSICOLÓGICO. Pixel-Bit. Revista de Medios y Educación (en línea). http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=36849882012

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Por una Inteligencia artificial (IA) con Ética

Empieza a ser habitual ver informaciones donde el concepto Inteligencia Artificial (IA) es utilizado en diversos contextos. Una primera aproximación puede llevar a pensar en robots humanoides, con capacidad de raciocinio al nivel de los humanos, algo que hemos visto ya en diversas películas. Sin embargo, ¿es eso posible? Rotundamente no. Al menos en el estadio actual de las máquinas.

Sin embargo, empieza a ser una realidad que ciertos softwares, asociados o no a maquinaria física, comiencen a aprender de sus propios errores sin necesidad de intervención del factor humano, sin necesidad de reprogramaciones. Ello es posible gracias a la incorporación de programas predictores que a través de miles de ejemplos facilitan  la interpretación de patrones de datos y, en la siguiente ocasión, actuar de forma diferente hasta conseguir interacciones empáticas con los humanos. Se realiza de manera automática, a través de un sistema conocido como machine learning que va aprendiendo hasta lograr simular el pensamiento humano e interaccionar con un humano de una forma que resulte agradable.

Ahora bien, en este proceso de aprendizaje, ¿existen límites éticos a sus avances y a su nuevo comportamiento? En definitiva, lo que planteo es si debe existir una ética en los robots, la conocida como Roboética (¡Ojo! no Robótica).

No es una pregunta baladí. Ya existen muchas aplicaciones robotizadas que toman decisiones constantemente que invaden los campos de la privacidad, que seleccionan perfiles en redes en función de parámetros que pueden tener sesgo machista, o con comportamientos que realicen discriminación de género, etc.

Conscientes de esta problemática ya se han alzado voces desde diversas instancias gubernamentales para profundizar en esa cuestión. En la Unión Europea se abrió el debate y desde la Comisión se propició la creación de un grupo de expertos en IA (AI HLEG) que  desarrollaron una guía con ciertas pautas para minimizar esos riesgos. Al final el Parlamento Europeo ha creado un código ético de conducta en este campo. Sus ejes principales son:

  • Proteger a los humanos del daño causado por robots: la dignidad humana.
  • Respetar el rechazo a ser cuidado por un robot.
  • Proteger la libertad humana frente a los robots.
  • Proteger la privacidad y el uso de datos: especialmente cuando avancen los coches autónomos, los drones, los asistentes personales o los robots de seguridad.
  • Protección de la humanidad ante el riesgo de manipulación por parte de los robots: Especialmente en ciertos colectivos –ancianos, niños, dependientes-  que puedan generar una empatía artificial.
  • Evitar la disolución de los lazos sociales haciendo que los robots monopolicen, en un cierto sentido, las relaciones de determinados grupos.
  • Igualdad de acceso al progreso en robótica: Al igual que la brecha digital, la brecha robótica puede ser esencial.
  • Restricción del acceso a tecnologías de mejora regulando la idea del transhumanismo y la búsqueda de mejoras físicas y/o mentales.

Ahora bien, ¿tienen ética las máquinas? los robots no tienen valores ni consciencia más allá de lo que se les programa y consienta. Donde se debe poner el foco en sus creadores. Hay que focalizar la intervención en los diseñadores, en los productores de aplicaciones, incluso en la interacción de algunos usuarios que con sus comportamientos reiterados encaminan el machine learning por determinados vericuetos poco aconsejables. Un ejemplo de buen camino es el desarrollo de Ethyka, un módulo de IA capaz de decidir ante dilemas humanos y que ha sido desarrollado por unos ingenieros españoles. La ética debe ir dirigida más a los humanos que a las máquinas. Y se debe apostar por algunos valores que pueden ser compartidos por casi toda la humanidad: respeto a la dignidad humana, a la libertad de decisión, la búsqueda del bien común, inclusión, no uso militar, preservar la privacidad de la personas… y algunos otros que dejo a la reflexión del lector.

Más información en:

https://ai100.stanford.edu/sites/default/files/ai_100_report_0831fnl.pdf

https://elpais.com/elpais/2017/06/16/opinion/1497602599_425102.html


Dr. Joaquín Marqués

Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

Los cambios que traerá 2019

El inicio de un nuevo año es siempre un bien momento para reflexionar sobre nuestro futuro personal, sea inmediato o a largo plazo. También es buena ocasión para indagar en cómo pueden ir cambiando las tendencias en la sociedad. Constituye una ayuda en los procesos de adaptación a los cambios, tan difíciles de implementar en muchos casos. Esta inicial reflexión sobre lo que está por llegar, ayuda a nuestra mente en los procesos de adaptabilidad al conseguir que no sean tan repentinos, sino que penetren en nuestra sique de manera progresiva. También sirve para prever cambios de mercados, para vislumbrar nuevas vías de negocio, para analizar rentabilidades, etc. Quisiera apuntar algunos de ellos.

Verbigracia: el mercadeo con los datos personales va a continuar, con un incremento al alza. Los escándalos que se han conocido (tipo Cambrige Analityca) de utilización indebida de datos privados, puede reproducirse e ir a más con la fuga de datos desde otras plataformas como podrían ser Instagram, WhatsApp, etc. Y es que los servicios digitales necesitan cada vez más datos personales para potenciar sus acciones de microtargeting. Los datos cruzados de diferentes redes sociales permiten afina r más los perfiles de los usuarios.

Y es que debemos ser conscientes que no hay nada gratis. Los servicios que usamos de manera gratuita (por ejemplo, nuestro correo electrónico, pongamos un Gmail) los acabamos pagando de una u otra manera.

Frente a ese escenario ¿Están los usuarios dispuestos a prescindir de la gratuidad? No parece que esa sea la tendencia. Más bien al contrario. Si observamos los hábitos de consumo en la población y lo relacionamos con el uso de productos o servicios gratuitos (como por ejemplo el consumo de información, o la utilización de software) vemos que solamente una exigua parte está dispuesta a pagar por el acceso a medios de comunicación o programas informáticos de pago. La mayor parte apuesta por consumir software libre o informativos de televisión en abierto, pongamos por caso.

Aunque las administraciones públicas y los parlamentos legislen contra esa práctica de utilización indebida de datos personales (por ejemplo, el reciente Reglamento europeo de protección de datos) o los tribunales de justicia actúen duramente (por ejemplo, la sentencia 58/ 2018 del Tribunal Constitucional español) la tentación de seguir por ese camino, por el lucro que genera, es un factor muy poderoso.

Otra tendencia de futuro está ligada con los nuevos modelos de movilidad. Mucho se está hablando de la probable irrupción del coche autónomo en tan solo un lustro. Pero, mientras tanto, a la chita callando, otros vehículos irrumpen con fuerza en el panorama urbano, forzando la aparición de un nuevo segmento: la micromobilidad (como son los patinetes eléctricos), sin que nadie se percatara o anunciara su fuerte potencialidad. Una sorpresa que ha dejado sin respuesta regulatoria, de momento, a las autoridades. Una tendencia que va a seguir creciendo en 2019.

Por otro lado, los resultados de los principales fabricantes de teléfonos inteligentes de los últimos trimestres muestran un cierto estancamiento de las ventas de smartphones, sobre todo en los países occidentales, aunque se detecte aún cierto crecimiento en algunas zonas del planeta (en África y en algunos países de Asia y de Latinoamérica). Para conseguir seguir vendiendo ‘móviles’ a los occidentales, la innovación tecnológica es un factor esencial (la apuesta por las pantallas flexibles y/o enrollables, es un ejemplo, y la duración de las baterías, otro).

Seguro que me dejo otros, como la implantación y desarrollo del 5G, que puede potenciar el Internet de las cosas (IoT), a medio plazo, o la popularización de la inteligencia artificial en el uso doméstico, gracias al machine learning, de lo cual ya vimos algunos ejemplos en 2018 con los asistentes virtuales (¿recuerdan Alexa de Amazon?). Pero esos serán temas a desarrollar en próximos artículos.

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

La desaparición de la figura del Dircom (tal como lo entendemos hoy)

Hace unas semanas tuve oportunidad de leer un trabajo académico (1) sobre las habilidades que deberán tener los directores de comunicación en las organizaciones del futuro. De un futuro que en algunos casos ya deviene en presente.

El tradicional periodista que daba el salto al mundo de la empresa es, actualmente, una figura del pasado. Los atributos que debe tener el, vamos a llamarlo de momento, ‘nuevo dircom’, no tienen nada que ver con el bagaje que aporta el periodista de medios. Se necesita saber crear y desarrollar una serie de espacios emocionales donde los stakeholders de la entidad (sea ésta pública o privada) se sientan a gusto; y donde tengan ganas de permanecer, incluso de pertenecer, gracia a que, las historias relatadas (storytelling) les enganchan. Historias que deben ser segmentadas en función de las características de cada grupo.

Para ello hay que saber escuchar empáticamente lo que a esos grupos de interés les importa, aquello que les interesa, lo que demandan. Y, a continuación, saber de creación de contenidos.  Pero, ¡atención! éstos son, hoy en día, eminentemente multimedia. Además, hay que saber de viralización y de transmedia (2). Y por último (last but not least), hay que saber de medición de audiencias, de análisis del comportamiento. ¿Cómo explicaste la historia? ¿Y cómo la entendieron? ¿Cómo de rápido y fuerte se desarrolló? ¿A través de qué canales? ¿Qué sentimientos despertó? ¿Fueron los buscados?

Hay que entender que la comunicación dirigida a los distintos stakeholders debe sintonizar con ellos. No puede funcionar aisladamente. No tenemos un tipo de mensajes y claves en el orden interno y otro para los públicos externos. Back y front office deben ir de la mano, estar conectados. Por tanto, un relato común, però adaptado a las características de cada grupo.

Y hacerlo sin tomar atajos poco o nada éticos. No se deben contravenir los códigos deontológicos de las relaciones públicas (como el de Venecia, Lisboa, etc). Porque otro de los atributos que se le demanda al ‘nuevo dircom’ entronca con el comportamiento socialmente responsable de la entidad, cultura conocida como RSE o RSC. Hay que estar convencido que una política de comunicación basada en la transparencia aporta buenos réditos. Hay que ser sinceros y contar la verdad. Mejor que se cuente desde casa que no que sean versiones externas las que se diseminen. Al menos, se controla el mensaje.

Es por ello que ha aparecido ya la figura del Dirse, el director de responsabilidad empresarial o corporativa. Con características evolucionadas desde los antiguos dircom a un plano superior, con elementos éticos que antes no se tenían tan presentes.

Y todo ello hacerlo sin perderle la cara a la innovación, otro gran reto para los profesionales de las ciencias sociales, poco avezados en los desarrollos tecnológicos. Hay que saber de logaritmos, de inteligencia artificial (IA), de machine learning, de bots sociales, de aplicaciones móviles, de mediciones in real time (ver post de octubre 2018 en esta misma web).

Un profesional con tantas habilidades excede el perfil del dircom actual. Hay que encontrar otro concepto para definir unas responsabilidades que van a cambiar, o ya lo están haciendo, de manera radical.

Algunos autores ya han planteado un desarrollo conceptual diferente. Algunos lo etiquetan con el concepto Estratecom (2). Vertemos una amplia implantación de esa figura a lo largo de la próxima década.

Para ampliación sobre el tema:

  1. José Manuel Velasco (2018). “El #factorXComunicación: Back to the basics”. https://goo.gl/NpjjD4
  2. Carlos Scolari (2017). “El translector. Lectura y narrativas transmedia en la nueva ecología de la comunicación”. https://goo.gl/2WAFwT
  3. Octavio Islas y Fernando Guitierrez (2017). “El estratecom. La exaptación del dircom en el imaginario de la Economía del Conocimiento”. https://bit.ly/2ShnUHl

Dr. Joaquín Marqués

Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques