En un mundo donde existe una gran competitividad, las empresas tienen que estar constantemente actualizándose: deben comprender en todo momento el entorno en el que se mueve, y actuar en consecuencia para seguir siendo las mejores de su sector.
Y es allí donde el benchmarking cobra protagonismo.
¿Qué es el benchmarking?
El benchmarking es un término anglosajón que significa “evaluación comparativa» Es decir, el benchmarking consiste en evaluar, comparar y analizar los procesos, productos, servicios y demás aspectos de tus competidores, para tomarlos como puntos de referencia en tus próximas estrategias.
Es este análisis profundo lo que distingue al benchmarking de otros análisis, pues al realizar una investigación detalla de tus competidores aprendes cuáles son sus mejores prácticas para integrarlas en tu día a día y mejorar tu desempeño.
Además, esto te permite conocer a tus competidores, y saber en qué fallan o en qué determinado aspecto no están satisfaciendo a sus clientes, de tal manera que tu empresa puede llenar ese hueco y ampliar su público objetivo.
Hay que entender que el benchmarking es un proceso continuo que las empresas deben aplicar para siempre estar a la vanguardia e innovar. Esa es la razón por la que las empresas deben ser lo suficientemente flexibles y adaptables a los cambios.
Tipos de benchmarking
Dado todos los beneficios que aporta el análisis benchmarking, es natural que se hayan inventado para posibilitar la transformación y el crecimiento empresarial en varios ámbitos.
Benchmarking interno
Es uno de los benchmarking más enseñados en las escuelas de negocios más prestigiosas de España. Y tiene una razón. En este tipo de benchmarking no verás a tus competidores.
Aquí el estudiado es tu compañía o más específicamente los distintos departamentos que conforman tu organización, lo cual sirve para determinar tu desempeño, las prácticas que deberían mantenerse y las que deberían eliminarse.
El benchmarking interno se puede realizar en cualquier momento, pero el más común es cuando estás preocupado por tu rendimiento empresarial. Por ejemplo, si las acciones de marketing están cumpliendo sus objetivos, pero el departamento de ventas no, el benchmarking te ayudará a ver los puntos que tienen en común estos dos equipos para que puedan unirse, y mejorar juntos los índices de productividad.
Benchmarking competitivo
Este benchmarking se hace para saber la posición de nuestra empresa con respecto a sus competidores. Es ideal si queremos posicionar nuevos productos o servicios.
En el benchmarking competitivo se compara el rendimiento actual de la empresa con el de tu competencia, para detectar fallos y arreglarlos. De hecho, el benchmarking competitivo es muy conocido entre las empresas, ya que les permite estudiar el método de trabajo o la tecnología que posee su competencia, para luego probarlas en su propia organización y evaluar el desempeño.
Para recolectar dicha información existen varias formas:
- Directa: antiguos empleados, clientes y proveedores.
- Indirecta: internet, publicaciones, catálogos o estudios de productos.
- Cooperativo: intercambio de información entre las empresas competidoras.
Benchmarking funcional
El benchmarking funcional, a diferencia del benchmarking competitivo, es más amplio.
Con esto nos referimos a que, si quieres aplicar este tipo de benchmarking, no solo tendrás que fijarte en tu competencia directa, sino en empresas de otros sectores que están haciendo las cosas excepcionalmente bien para aprender de ellos.
Benchmarking genérico
Se parece al benchmarking funcional, salvo una cosa: en el benchmarking genérico solo se fija en los logros.
De esta forma, compararás tus logros con lo mejor que exista en tu sector, ya sea en funciones o procesos afines, y adoptarás los métodos de este competidor para mejorar.
Fases del benchmarking
Para aprovechar un benchmarking al máximo hay que tener muy claro las fases que tiene y qué pasos hay que seguir en cada una.
Esto lo puedes aprender a base de ensayo y error. Pero, si quieres ahorrarte tiempo, mejor estudia un Máster en Administración y Dirección de Empresas que te ayudará a analizar los aspectos positivos y negativos de tu compañía, e implementar los cambios necesarios.
En todo benchmarking que se precie debes de:
- Planificar exactamente lo que se comparará y frente a quién tendremos que compararnos. Parece obvio, pero no lo es. De hecho, esto definirá el éxito o fracaso de tu benchmarking.
- Pensar detenidamente cuáles son los datos a recolectar y cómo lo haremos.
- Comparar los niveles de desempeño de las compañías, así como los diferentes procesos que se llevan a cabo en las dos para ver los márgenes de mejora.
- Incorporar los nuevos cambios para mejorar nuestros resultados de productividad.
- Evaluar si los cambios introducidos surtieron efecto o no.
¿Cómo aplicar el benchmarking en una empresa?
Para aplicar correctamente un benchmarking en una empresa hay que seguir los pasos en que hemos descrito anteriormente. En la primera fase, primero debemos identificar a nuestros competidores y decidir qué se comparará.
A continuación, hay reunir la mayor cantidad de datos sobre ellos. Estos datos pueden ir desde los perfiles de los empleados hasta la forma que se toman las decisiones. Para hacerlo, utilizaremos todos los canales que podamos, es decir: directo, indirecto y cooperativo. Una vez que ya tenemos los datos, tenemos que organizarlos para empezar el análisis y revisar la información obtenida.
A la hora de analizar, hay que asegurarse que todo el equipo conozca los datos profundamente para que la comparación sea lo más rápida posible. Al final, los procesos que sean más compatibles con tu empresa serán los que se incorporen a las rutinas laborales.
Finalmente, cuando las prácticas ya estén establecidas y haya pasado un tiempo, toca evaluar de nuevo a ver si hay un aumento en la productividad o no.