En una época donde se está produciendo en España un cambio generacional en el liderazgo de las organizaciones políticas también debería producirse otra evolución en la mente de los ciudadanos en torno a la comprensión de lo que supone la política, abandonando los viejos estereotipos y entendiendo cómo de manipuladora es la estrategia política basada en el espectáculo. El pan y circo de los romanos debería evolucionar hacía la valoración de los hechos y la rendición de cuentas.

En el mundo anglosajón diferencian entre politics y policies. El primer concepto se refiere al juego político como tal mientras que la segunda se contextualiza en las políticas públicas. Lo importante de la cuestión es determinar dónde establecemos el foco de atención: sobre cómo actúan los políticos (entendiéndolo en el complejo mundo del polientertaintment[1] que ya de por si daría para un artículo) o sobre sus propuestas de actuación, la plasmación de sus programas en planes y la medición de los resultados para su valoración (rendición de cuentas de sus responsabilidades y competencias).

En este proceso de cambio se debe prestar más atención al segundo concepto en detrimento del primero. Es la forma adecuada de valorar a un servidor público que es lo que, al fin y al cabo, debería ser un político. ¿Cuáles han sido los resultados de su labor como gestor público? Y aquí entran en juego los medios de comunicación que deberían apostar por difundir más las evaluaciones de las políticas públicas que rendirse al periodismo de declaraciones. Ello supone cambiar el foco de qué periodismo hacer y cómo hacerlo.

Poner el micrófono para unas ‘declas’ en medio de la calle o un pasillo, o asistir a una rueda de prensa, es una forma de periodismo que necesita menos cualificación que conocer de los análisis de resultados. ¿Cómo evaluar el Plan de cuidados de los trastornos mentales severos del Sistema Nacional de Salud? O ¿Cómo calificarlo? ¿O determinar si la inversión en el desarrollo de regadíos en el Bajo Cinca ha sido eficiente? Etc. Para ello el periodismo debe recurrir a profesionales con conocimientos más concretos. Seguramente con seniority (largos años de experiencia) y, con retribuciones bastante superiores a las que se pagan actualmente de media en el sector.

Frente a los programas del corazón, o concursos televisivos, seguramente se argumentará que el periodismo evaluador no consigue los mismos niveles de interés en las audiencias. No es cierto. Se trata de conseguir poner en el centro del debate público el tema en cuestión. Si en lugar de dedicar mucho tiempo a un suceso escabroso sobre un personaje famoso, un medio de comunicación apuesta por hablar sobre la falta de servicios hospitalarios para una determinada población, o la ineficacia en la supervisión de licencias de armas de fuego, por ejemplo, el interés que puede suscitar el tema en su público dependerá de la manera en que se sepa presentar. Y en conseguir que ese sea un tema de debate en el ágora pública. Nada nuevo que nos medios no separan hace o hayan hecho muchos otras veces antes.

Al final, que es lo que se busca ¿Una ciudadanía mejor informada o una ciudadanía más entretenida? Esa es la diatriba que debe solventarse es estos momentos de renovación y cambio. El resultado nos indicará el tipo de sociedad que tendremos.

Para más información sobre el tema consultar:

Hacker, Jacob S. and Pierson, Paul, (2009). The Case for Policy-Focused Political Analysis https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1471461

Medio, políticas y poder. https://elpais.com/elpais/2016/08/10/opinion/1470839487_841505.html

Iválua (Institut Català d’Avaluació de Polítiques Públiques). http://ivalua.cat

[1] http://sphera.ucam.edu/index.php/sphera-01/article/view/126

Dr. Joaquín Marqués
Twitter: @Quim_Marques

LinkedIn: www.linkedin.com/in/joaquimmarques

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