La crisis de la pandemia vírica que está asolando por etapas los continentes en la actualidad, está generando en la población múltiples reacciones y stress emocional por las consecuencias que conlleva en sus vidas. Cuesta mirar más allá de la actual situación, pero sin duda el coronavirus va a afectar a la economía en todo el planeta. Los expertos empiezan a preguntarse qué consecuencias nos dejará el COVID-19, cómo cambiará nuestras vidas y qué desafíos surgirán, quiénes ganarán, cuántos perderán.

Los confinamientos y cierres masivos de empresas van a generar a muy corto plazo una contracción de la economía mundial, más severa en algunas latitudes, menos en otras. Como consecuencia de ello vamos a ver en los próximos trimestres caídas en las economías nacionales que en muchos casos conducirán a períodos recesivos de menor o mayor duración en función de cómo se afronten por los respectivos gobiernos nacionales y las medidas que estos implementen para relanzar la actividad económica.

Existen tres tipos de recesiones:
• Recesión real. Donde se genera un choque exógeno de demanda y oferta. Son situaciones que se dan cuando hay guerras, desastres u otras interrupciones, que llevan a la economía real a una contracción.
• Política contracíclicas. Cuando los bancos centrales aumentan los tipos de interés con la intención de enfriar la economía y bajar la inflación. En ese escenario se endurecen las condiciones financieras y la intermediación crediticia hasta tal punto que ahoga la expansión.
• Crisis financiera. Los desequilibrios financieros tienden a acumularse lentamente y durante largos períodos de tiempo, antes de deshacerse rápidamente, interrumpiendo la intermediación financiera y luego la economía real. Es el caso de la última recesión que se originó en la deuda subprime. En ese escenario se generan tensiones de flujo de efectivo, especialmente en las pymes.

Las recesiones reales tienden a ser más benignas que las recesiones generadas por políticas anticíclicas o las inducidas por crisis financieras, ya que representan choques de demanda u oferta, potencialmente graves, pero esencialmente transitorios. Lo importante es discernir si la recuperación se generará en forma de U, L, V o W (donde la caída de la actividad económica es representada por la parte izquierda de cada letra y la recuperación por la parte derecha).

Para discernir cuál es el escenario más plausible podemos mirar qué ha sucedido en otras pandemias como el SARS o COV-1 (2002), la gripe H3N2 (1968), la gripe H2N2 (1958) o la gripe española (1918). En todas ellas la salida se produjo en forma de V, lo cual no quiere decir que en esta ocasión el comportamiento sea el mismo.

De todas formas, después de cada recesión importante la sociedad (y la economía) experimenta algunos cambios importantes. ¿Qué es previsible que pueda suceder después de la actual? La adopción de nuevas tecnologías y modelos de negocio combinados como, por ejemplo: la popularización del aprendizaje on line o la utilización de la señal de los móviles para rastrear a las personas desde el punto de vista de la salud.

Otro tipo de consecuencias, en este caso, recurrentes, después de cada crisis económica, son las derivaciones políticas. En función de cómo haya sida percibida por los ciudadanos la actuación gubernamental en cada caso, puede dar lugar a vuelcos electorales.

Y, por último, se puede extraer una lección de cómo se ha afrontado globalmente este reto social. O no. Se puede aprender de los errores cometidos y establecer redes de colaboración transnacionales ante futuros desastres. O no. Podría generarse una potenciación de las actuales tendencias emergentes contrarias a la globalización con una potenciación de políticas proteccionistas.

Dr. Joaquín Marqués
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