Los jóvenes que realizan un programa de posgrado pueden aspirar a un 40% de sueldo más que aquellos que no poseen esta formación. No obstante, este incremento es gradual. De entrada, un máster no es lo único que puede garantizar un incremento salarial.
Tener un MBA sí importa si quieres optar a un sueldo por encima de la media en tu primer empleo. José Luis Risco, director de recursos humanos de EY, asegura que en función de la especialidad y el puesto puede suponer entre un 15% y un 20% respecto a otros candidatos que no cuentan con esa formación. Aclara que «aunque lo ideal es que nuestros júnior vengan con el máster puesto, por ejemplo un MBA es muy valorable para trabajar en el ámbito de la consultoría, los recién licenciados que contratamos hacen un máster que subvencionamos y que forma parte de su retribución en el primer año». Apunta además que los empleados contemplan una formación de posgrado, «subvencionada total o parcialmente por la compañía, que influye directamente en su desempeño y, como consecuencia, tiene un incremento en su retribución».
Valor añadido
Que la formación es un extra es algo en lo que coinciden los responsables de personas coinciden. Pero también se muestran unánimes al afirmar que lo verdaderamente definitivo para aspirar a un incremento salarial es el desempeño.
Para Susana Gómez, directora de recursos humanos de Kellogg, un MBA es sin duda un activo muy relevante en el currículo de un candidato. Pero además es necesario transformarlo en valor añadido y talento: «Las empresas contratamos y promocionamos talento, no currículo. Es la contribución del empleado al proyecto de la organización lo que aumenta su empleabilidad y lo que, sin duda, tendrá un impacto en su progresión profesional y paquete retributivo».
El séptimo informe sobre Impacto de la formación en las retribuciones, realizado por Icsa Grupo en colaboración con La Salle Campus Barcelona-URL, confirma que la formación sí supone una cotización al alza en el salario: se observa un 40,5% de diferencia en la retribución media entre los jóvenes con posgrado (25.857 euros anuales) y quienes tienen una preparación más básica (18.399 euros). Esa brecha se ensancha considerablemente en la franja de los 50 años en adelante, momento en el que llega a ser 2,6 veces superior (38.446 euros anuales frente a 99.676 euros).
Para Dulce Subirats, directora de recursos humanos de Mutua Madrileña y presidenta de Aedipe Centro, «la formación de posgrado permite completar los conocimientos adquiridos durante los estudios de grado con una visión diferente y más aterrizada al mundo empresarial. Si además el programa se realiza en una institución de prestigio, aporta al alumno la posibilidad de aprender de las experiencias de otros y de convivir con otras culturas».
El paso por un centro de formación permite al recién titulado obtener cierto bagaje que es muy valorado por las organizaciones, sobre todo, si el candidato aspira a un primer empleo. Por ejemplo, Jesús Domingo, director de recursos humanos de Mahou San Miguel, reconoce que «al participar en un MBA se potencian distintos aspectos de la persona, como su parte analítica y de resolución de problemas. También la capacidad de hablar en público y las habilidades de liderazgo, al realizar actividades de gestión de equipo y consecución de objetivos».
Así aportas, así vales
Según el informe de Icsa, un universitario con posgrado que comience a trabajar a los 24 años y se jubile a los 65 puede aspirar a obtener unos ingresos brutos superiores a los 2,8 millones de euros a lo largo de toda su vida profesional, un 23% más que hace siete años. Estos datos confirman que la formación contribuye a un incremento salarial, pero de entrada, no siempre es definitiva.
Subirats asegura que «en la medida que impacte en el buen hacer del profesional y en la mejora de sus resultados, sin duda tendrá efecto en su valoración interna dentro de la organización y un impacto en su reconocimiento, ya sea en términos retributivos, de categoría o a través de otros mecanismos que la compañía tenga establecidos».
Manuel Ángel Sánchez, vicepresidente de recursos humanos de Schneider Electric, afirma que en principio hay una cierta correlación entre el posgrado y el salario, pero hay que darse un margen de tiempo. «La persona que ha hecho un posgrado quiere que el retorno de la inversión que ha realizado sea inmediato. En el caso de los recién titulados, algunos acuden con unas aspiraciones que no se pueden cubrir de manera inmediata. Es una apuesta a medio o largo plazo que permite ampliar el abanico de opciones para conseguir una posición de más responsabilidad o un incremento salarial».
Sánchez apunta que a veces puede suponer un incremento en el sueldo de entrada, «pero no va a haber grandes diferencias frente a otro candidato que no posea esa formación». Confiesa que cursar un posgrado aporta al profesional -ya sea en su acceso a un empleo como a un ascenso en su carrera dentro de la empresa- ciertos valores a su favor: «Las personas que cursan un MBA tienen inquietudes de desarrollo, lo que influye de manera positiva en su desempeño y, por ende, en su retribución. Un máster no es condición suficiente para conseguir un aumento, pero ayuda a que se desarrollen las competencias para crecer profesionalmente».
Los responsables de personas coinciden en que se mueven por bandas salariales y que es el desempeño lo que hace subir peldaños en la escala jerárquica y, por lo tanto, en la retribución. Samuel Rodríguez, director de recursos humanos de Aviva, señala que una formación de posgrado como requisito imprescindible no es frecuente, «salvo para posiciones de cierta responsabilidad. La retribución de los candidatos está vinculada al puesto. Ese cambio está relacionado con distintas variables de desempeño, no con si tiene o no un MBA». Matiza que, en el caso de un candidato a un puesto, «por supuesto que si posee formación de posgrado se miraría con mejores ojos, pero no estaría dispuesto a pagar un sobre precio sólo por eso porque me vería obligado a salir del rango establecido».
En cualquier caso, las organizaciones sí apuestan por la formación de sus empleados como palanca. «Pueden ver cómo su desarrollo se acelera y eso tendrá un impacto a medio plazo sobre su salario», señala Domingo. En concreto, Mahou San Miguel ha destinado durante el último año más de 900.000 euros a la puesta en marcha de actividades formativas, que se han materializado en más de 55.000 horas de cursos y actividades de desarrollo.
Candidatos del mundo
La visión internacional que aporta realizar un máster es una de las cualidades más apreciadas en los procesos de selección. Las empresas quieren personas que sepan cómo se hacen negocios en cualquier parte del mundo, algo que va mucho más allá de conocer el idioma.
La fuerza de las competencias y las habilidades
Las competencias y la habilidades de los candidatos, o las cualidades denominadas ‘soft’, están ganando la batalla en el momento de la selección.
Los responsables de recursos humanos saben que esta adaptación es imprescindible en todos sus candidatos, incluso por encima de la cualificación que se supone en los profesionales que han hecho un máster. Algunos directores de personas aseguran que, a veces, una formación de posgrado puede provocar el efecto rebote: «Los empleados se creen en disposición de exigir más en términos económicos y de carrera porque cuentan con MBA. Pero a veces, su desempeño no mejora y la respuesta de la empresa no cubre esos objetivos dinerarios y de promoción con los que contaban». En opinión de los directores eso puede frustrar al profesional y, por tanto, su desempeño empeora.
Por ésta y otras razones, los empleadores muestran más interés en la historia que cuenta el candidato en el currículo y, sobre todo, en comprobar qué hace y qué puede hacer en realidad. De nada sirve incluir una extensa lista de habilidades en tu historial laboral si luego no eres capaz de contarlo, de demostrar lo que realmente vales. Por esta razón, las escuelas de negocios están fomentando esta faceta en todos sus programas, porque no se trata de saber más sino de cómo se aplican esos conocimientos en la empresa, cómo se llevan a la práctica para que realmente impacten.
Fuente: Expansion.com