En los últimos años la crisis económica ha hecho que se produzca grandes cambios, en especial en torno al mercado laboral. Como solución a la necesidad de insertarse nuevamente en la vida laboral aparece la figura del emprendedor.
Según el informe de la Red GEM sobre Emprendimiento Femenino de 2015, hay 128 millones de mujeres emprendedores en el mundo, con una tasa de actividades emprendedoras femeninas es del 11%, donde la mayor dificultad para las mujeres emprendedoras, es acceder a la financiación, lo cual hace que se aumente el abandono, ampliando así la brecha de género.
En diferentes estudios se demuestra que en 7000 empresas que recibieron inversión entre 2011 y 2013 solo un menos del 3% de estas empresas tenían a una mujer como generadora del proyecto. No solo están teniendo dificultades para conseguir crédito sino que también desde sus inicios parten con un capital inferior, según el informe de National Women´s Business Counsil 2014, demuestra que las mujeres comienzan un negocio con el 50% menos del capital que los hombres. Esto es debido a la brecha salarial que existe entre los hombres y mujeres, sumándole la dificultad para ascender profesionalmente dentro de una empresa. Esto hace que las mujeres cuenten con menos dinero para emprender sus propios proyectos.
Según UOC las mujeres cuentan con poca confianza a la hora de emprender su negocio. Como afirma la economista Ana Isabel Jiménez-Arco, aún en esta época todavía persisten ciertas creencias sociales, se cree que las mujeres tienen un menor compromiso, están menos enfocada al crecimiento de sus negocios y cuentan con más dificultades para gestionar las situaciones bajo presión. Expertos afirman que las mujeres emprendedoras sufren del patrón de reconocimiento, que es el hecho de no haber reconocimientos previos de éxito femeninos, esto hace que las empresas las veas como capital de riesgo, por lo cual los inversores privados y entidades financieras son más reacios a la hora de apostar por ellas. A pesar de esto, la proyección de éxito es igual o mejor a las valoraciones durante las ruedas de financiación, en el momento que se presenta el proyecto a los inversores, que las de los hombres.
Se encuentra a diario que no es cuestión de falta de posibilidad de éxito sino de la creación de estereotipos y creencias sociales, ¨aún sigue siendo un mundo muy masculinizado, ya que el hecho de salir al mundo laboral y buscar oportunidades, es algo más ligado a los hombres que a las mujeres¨, afirma Mireia Cabero, profesora de Psicología de la UOC y experta en psicología social.
Las empresas de capital de riesgo que en su dirección está compuesta por mujeres, son las que más apuestan por emprendedoras, y triplican las posibilidades de ayudarles a financiar sus proyectos. En cambio las empresas de inversión que están compuestas por solo hombres, la posibilidad de financiar a las emprendedoras baja hasta un 15%.
Actualmente el perfil de una mujer emprendedora es el de una mujer joven entre 25 y 34 años, donde la mayoría tiene un nivel de formación superior, la mayoría de ellas inician sus negocios porque ven una oportunidad de mercado. Muchas de ella aún a pesar de las dificultades, las emprendedoras se sienten en la capacidad de lograrlo y no se rinden en el intento. Entre los temas que más se destacan son los proyectos sociales. La psicóloga Cabero proyecta que en un futuro a corto plazo, el liderazgo femenino generara una nueva forma de hacer negocios.