“In the future, everyone will be world famous for 15 minutes”. La frase fue pronunciada presuntamente por el artista Andy Warhol aunque no todo el mundo está de acuerdo en la autoría. Igual se le adjudica debido a un programa de televisión que Warhol presentó en la MTV a mediados de los ochenta del siglo pasado.
Sin embargo, me interesa más la intención que trasciende de esa afirmación. Lo que nos indica es la predisposición popular por hacerse famoso, aunque sea por un breve instante en su vida. A mucha gente le gusta aparecer en los medios de comunicación con preferencia si este es audiovisual. Una corta entrevista en la televisión, incluso una breve cita en un reportaje periodístico, confieren una notoriedad fugaz, pero en ocasiones intensa, que reposiciona al ‘famoso durante 15 minutos’ en su círculo de amigos, saludados y conocidos. E intensifica el ego, sin duda.
Desgraciadamente esta tendencia se vuelve cada vez más cotidiana, creándose un conjunto de celebridades menores y, en gran medida, desechables que la sociedad consume con avidez, sin reflexionar sobre qué supone eso de cambio en la escala social de valores.
Es verdad que siempre han existido medios dedicados a las celebrities. La prensa rosa, o del corazón, tiene una larga tradición en la prensa escrita. Sin embargo, esta forma de ejercer el periodismo se ha extendido como mancha de aceite, a todo tipo de medios. Lo grave es que cada vez ocupa más tiempo, llegando a copar las franjas de mayor audiencia e invadiendo ámbitos donde la información y la reflexión deberían predominar.
Contra los gritos
En la actualidad formatos como el talk show o el reality show -los más vistos y comentados- se aventuran a tratar temas políticos o económicos, ámbitos que demandarían de rigor y mesura en su tratamiento. Y en esos espacios vemos como el grito y la confrontación airada se convierten en imprescindibles. Donde quién más grita y consigue mayores cuotas de audiencia (más rating) vuelve a ser llamado para intervenir (y pagado por ello).
Y lo peor de esta escalada es que este tipo de prácticas, que podemos catalogar como improcedentes, que son incluso promovidas desde la dirección del programa para mantenerse en pantalla durante más tiempo, proliferan, aumentando con cada cambio de parrilla. Programas realizados mayoritariamente por productoras externas al canal que la emite donde su meta es conseguir renovar el contrato por nuevas temporadas.
Los realities se han convertido, de esa manera, en un fenómeno cultural de entretenimiento en nuestra sociedad, desplazando a los programas informativos, poniendo por encima del rigor informativo la lógica del rating. Valores confrontados.
Debemos rechazar ese tipo de prácticas. Decir un NO contra los gritos. Premiar los programas donde los expertos pausados tengan cabida. Expresar nuestra opinión cambiando de canal. Apostando por los espacios de reflexión y dejando de lado la exaltación de los bajos instintos y de la manipulación emocional. Escenarios propios de la propaganda, no del periodismo.
Lecturas para ampliar el tema:
Collin Dufresne, I. (1988). Famous for 15 Minutes: My Years with Andy Warhol. New York. Open Road Media.
Papacharissi Z., Gibson P.L. (2011). Fifteen Minutes of Privacy: Privacy, Sociality, and Publicity on Social Network Sites. In: Trepte S., Reinecke L. (eds) Privacy Online. Springer, Berlin, Heidelberg, (pp. 75-89).
Bockris, V. (1991). Warhol, la biografía. Madrid: Arias Montano Editores.
Dr. Joaquín Marqués
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