A pesar del auge de las redes sociales y del consumo exponencial de información y entretenimiento a través de Internet, la televisión sigue aguantando fuerte.

Sin apenas darnos cuenta, nuestra sociedad se encuentra transitando por la segunda década del siglo XXI, acelerándose los procesos de convergencia hacia un ecosistema digital. En su día el profesor Manuel Castells[1] ya nos advirtió del cambio social que se estaba fraguando con la evolución de una sociedad postindustrial hacia un nuevo modelo donde la información conforma el valor central, y más recientemente, con la irrupción de la sociedad en red y todo lo que ello conlleva de interacciones compartidas.

En este contexto, donde hay un uso cada vez más masivo de las redes sociales, sin embargo un medio de comunicación tan clásico como es la televisión, -las primeras emisiones públicas regulares se realizaron en la década de los ’30 del siglo pasado-, sigue siendo el rey. Si observamos los datos del último Estudio General de Medios (abril 2015 – marzo 2016) la TV es el medio que más penetración en la audiencia consigue. Un 88% frente a un 68% de Internet. Entre ellos dos aún hay otro competidor: la publicidad exterior es ‘consumida’ por el 71,6%.

Pero más allá de los datos concretos, es más importante, si cabe, prestar atención a la evolución de las tendencias. Y también en esta observación la televisión manda. Desde hace muchos años ha sido y sigue siendo el soporte líder. A pesar que las nuevas generaciones, configuradas en torno al concepto de Millennials, se autoproclaman no consumidores de televisión, esa afirmación es falsa. Sí que consumen producción audiovisual. No en el soporte clásico, como es el receptor de televisión en el hogar, pero sí a través de las otras pantallas (tablets, smartphones, Google glasses o watch…) y en otros formatos (vía YoutubeInstagram, etc.). La industria está adaptando las producciones a los nuevos lenguajes y pantallas, con secuencias más cortas, planos más cercanos, lenguajes más actuales. Bajo una misma marca, por ejemplo, Juego de Tronos, conforman diferentes versiones de la historia central, adaptando se a los diferentes perfiles de públicos.

Esta evolución nos está llevando hacia un nuevo escenario que se denomina Transmedia[2] donde cada medio de comunicación se convierte en una marca general que emite a través de diferentes soportes con independencia de cuál fuese el original. Unos ejemplos: Telecinco, el canal de televisión más visto en España gestiona el diario digital con mayor volumen de visitas. Un diario en papel como El País, dispone de su canal de televisión en Internet, El País TV. O la cadena de radio COPE que apuesta por incorporar vídeos y texto en su portal digital.

Con los datos y las tendencias en la mano podemos augurar que Internet va a seguir creciendo en penetración hasta alcanzar probablemente niveles en torno al 80% aunque no debemos olvidar que una parte de la población no consume digital. Según los datos de EGM el 30% de la población aún no accede a Internet de manera regular. Las causas son de dos tipos: falta de conocimientos digitales (especialmente amplio en los grupos de edad más mayores), falta de conexión a alta calidad. Ambos son factores que se van a ir reduciendo en los próximos años y, por tanto el consumo de Internet seguirá creciendo. Sin embargo, no se prevé que descienda el hábito de consumo televisivo por lo que ambos convivirán. Ya lo estamos viendo en muchos hogares donde una misma persona consume a la vez a través de dos pantallas: el televisor y la Tablet o el móvil.

Doctor Joaquim Marquès

Twitter: @Quim_Marques


[1]Destacamos, en este sentido, los tres volúmenes de “La era de la información”, editados a principios de este siglo, entre otras muchas de sus obras.

[2]Para profundizar en esta temática ver la obra de Henry Jenkins.

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